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sábado, 29 de marzo de 2025

 



LOS LUGARES QUE HABITAMOS

Los lugares que habitamos definen lo que somos, le otorgan sentido a la existencia y muestran las maneras como asumimos nuestras relaciones y componemos nuestras vidas. Se trata de preguntarnos, "cómo habitamos nuestras vidas... y esto es lo que afirma la filósofa francesa Claire Marin ya en el mismo título de  su ensayo "Estar en su lugar. Habitar la vida, habitar el cuerpo"(Carta de Anagrama).

Marin se pregunta por  " los lugares que ocupamos. ¿Por qué nos quedamos en los sitios? ¿¿quiénes son los que osan marcharse? ¿Cómo nos abrimos camino? ¿Cuál es nuestro lugar en la familia? ¿Existe un "verdadero sitio donde estar?". La dimensión abarca desde la casa hasta el universo, pasando por la calle, el pueblo, la vereda, la ciudad, la región, el continente. 

Cada lugar posee dimensiones, rasgos propios: de la intimidad a lo masivo, de lo abierto a lo reducido. Un lugar específico dota de determinados atributos a quienes lo habitan. La casa es el espacio de la intimidad, donde se gestan los sentimientos mas complejos y duraderos. La escuela y la calle son los lugares que nos enseñan a abrirnos al mundo, a establecer vínculos con los otros. 


El espacio del trabajo implica relaciones en las que la jerarquía y la competencia determinan el carácter de las relaciones. Allí se tejen amistades  y se realizan acciones que incluyen zancadillas. Dado que el porcentaje de tiempo en el sitio de trabajo ocupa buena parte de la vigilia, hay tiempo para los amores, los encuentros festivos después del trabajo. 

Un espacio que adquiere relevancia es el de la virtualidad. Habitamos en el  universo infinito de la red, en el que todo es posible. Las amistades y los intercambios carecen de la presencialidad física y las relaciones se definen por edades, intereses, creencias. En la virtualidad se "navega" de manera permanente y la otra realidad se desfigura ante el poder de sitios, redes y  aplicaciones  cuya eficacia anula lo físico. 

Existe el espacio de lo íntimo, refugio para proyectar nuestros deseos, miedos, anhelos. La máquina prodigiosa del cerebro nos aporta la imaginación, las conexiones para "navegar" por el sinfín de pensamientos cuya base la da en buena parte el inconsciente. También existe un territorio cargado de sentidos: el sueño. 

Comprender a alguien pasa por definir su manera de existir en los espacios cercanos y lejanos, sociales e individuales, íntimos y públicos.     

sábado, 22 de marzo de 2025



 PEDIR UN FAVOR

Pasan los días pensando en pedir un favor. La mente navega buscando la mejor estrategia. La incomodidad, la preocupación acompañan el proceso. A veces el sueño se muestra esquivo y cierta agitación acelera el pulso. La ansiedad entra como Pedro por su casa y y se apodera de nuestra tranquilidad sin remedio.

 El cuerpo se muestra inquieto, hay incomodidad y la incertidumbre ronda por nuestra cabeza. Frente a la persona a quien vamos a acudir, nos sentimos  avergonzados. ¿Me hará el favor? Se piensa mientras fluyen por entre piedras las palabras. Luego, a esperar la respuesta. Algunas veces encontramos a alguien generoso que sin dudar nos dice: por supuesto. Otras, la disculpa: estoy mal, sucede que, es que..


Pedir favores es algo inevitable. Y molesto, para quien lo pide y para el posible solucionador. En cualquier momento se acude a alguien y esta costumbre se convierte en una cadena de solidaridades que forma parte del entramado de una sociedad donde la ayuda, el gesto solidario alivian las necesidades de la gente. Todos sin excepción guardamos en nuestras mentes el recuerdo de aquella, de aquel que supo darnos la mano cuando lo necesitábamos.

Dicen que hacer favores es el camino expedito para ganarse enemigos. Cierto, en ocasiones. Hay pedidores de favores profesionales que hacen de este recurso una manera de vivir. Esos no tienen remedio. 

El favor mas bello lo escribió Jairo Aníbal Niño:

¿Me haces un favor?

-¿Qué clase de favor?

-¿Quieres tenerme mis avioncitos durante todo el recreo?

-¿Durante todo el recreo?

-Sí. Es que tú eres mi cielo.







sábado, 15 de marzo de 2025




 LOS MATICES

Son los matices el modo  mas placentero de disfrutar la variedad y la belleza del mundo. Al identificar los matices se descubren los colores ocultos por la rutina y el dogma. Acercarse al paisaje con una actitud abierta permite surcar cielos nuevos, aires desconocidos.

¿Qué tal una escuela cuya finalidad sea dotar a sus estudiantes de la curiosidad y la generosidad para explorar hasta el cansancio los matices en la naturaleza, en la cotidianidad, en las creencias? Hoy, cuando el sectarismo y los dogmatismos imponen su ley, qué valioso resulta desprenderse de fanatismos. Al fin y al cabo, navegamos en un mar cambiante, siempre dispuesto a torcer los rumbos establecidos. 

Ante las afirmaciones totalizantes, vale la pena ejercer la duda. Toda afirmación es dable de mirarse con ojos críticos. Los matices son la fórmula eficaz para comprender, para alejarse de los marcos estrechos de los dogmas. 


Leo en "la belleza del universo", el valioso libro de Stefan Klein:

En una ocasión preguntaron al gran físico estadounidense Richard Feynman si un científico no destrozaba la belleza de una rosa al investigarla. Feynman respondió que, sin duda alguna,  apreciaba la belleza de la rosa tanto como un artista, pero que además era capaz de detectar una belleza mas profunda, la que solo el conocimiento es capaz de revelar: el hecho de que, durante la evolución, las flores adquirieran color para atraer a los insectos, por  ejemplo. Cuando aprendemos algo así, se nos plantean nuevas preguntas, como si los insectos experimentan algo parecido a la estética. Conociendo mas a fondo una flor, por tanto, no le restamos belleza,  sino mas bien todo lo contrario: sumamos a su atractiva estética el encanto de verla como algo impresionante y misterioso(editorial Seix Barral).

Y Mario Satz escribe en "Pequeños paraísos. El espíritu de los jardines": 

Si las rosas no existieran, si el mismo lenguaje del amor no pudiese expresar sus sentimientos, los poetas la habrían inventado para colmar y calmar los ánimos de nuestra especie. La lista de quienes le consagraron versos es casi tan extensa y variada como los híbridos de la misma rosa que pueblan nuestros jardines. Destaquemos a uno que  las amó y cantó con singular maestría, Juan Ramón Jiménez.   Refiriéndose al contacto entre dos bocas humanas el poeta anotó:

En aquel beso, tu boca

en mi boca sembró

el rosal cuyas raíces

se comen el corazón.


La belleza, el asombro, la curiosidad son las herramientas imprescindibles  para probar las delicias  de un manjar variado.

sábado, 8 de marzo de 2025

 



LAS VISITAS

Por fin me decidí a a leer "Por el camino de Swam", el primer libro de "En busca del tiempo perdido", de Marcel Proust. Publicado en 1913, dice Rosa Montero que "En busca del tiempo perdido" no ha tenido continuación ni seguidores, no ha tenido escuela. Es una cumbre de la literatura universal que permanece solitaria y aislada, como un inmenso, rutilante iceberg que flota majestuoso en mitad del océano".

A medida que me adentraba en su lectura, sentía que penetraba en una selva intrincada, con su multitud de especies de plantas, árboles y animales, senderos abruptos, ríos y quebradas. Una prosa llena de incisos, de oraciones subordinadas que exigen al lector la atención total. Allí se recrea un mundo de familias en el  que los detalles ahondan en la cotidianidad de aristócratas para quienes  los modales, las formalidades, las visitas  y los objetos constituyen su mundo . 

Un aspecto relevante de la obra lo ocupa  el papel de las visitas en el mundo nobiliario de la familia. En la novela y en la realidad, las visitas constituyen un ritual social en el que se despliegan las jerarquías, los tiempos, las maneras de ratificar la pertenencia a un grupo social. Las visitas son una práctica social  por medio de la cual aprendemos a identificar los rangos sociales, las costumbres aceptadas o rechazadas, las maneras de extender la información sobre vecinos, amigos y familiares,  de valorar acontecimientos políticos, culturales, económicos y de ejercer la costumbre mas tentadora: el chisme.

Para la infancia, las visitas son momentos atractivos  que traen regalos y afecto, momentos estelares en los que se destilan los comentarios jocosos, irónicos, en que se comparte con otros niños y las rutinas de la casa se alteran por un tiempo. Dada la disposición de los niños a convertir todo acontecimiento en un asunto de interés, las visitas forman parte del prontuario de su formación afectiva y cognitiva. Cada visita representa una experiencia única, una oferta de rostros, de mundos novedosos en los que se estilan modas y modos de ser y de actuar, en los que los silencios nos enseñan la prudencia, el rango, los miedos.

Recibir visitas no es igual que hacer visitas. Tampoco se atiende igual  al amigo o familiar rico que al pobre. Hay visitas que son tortura. Hay visitas placenteras. En ese proceso, aprendemos a distinguir entre los de igual, menor o mayor jerarquía.  Hay visitas para celebrar ocasiones especiales, para juerguear y pasarla bien. 


Al realizar una visita, se descubren asuntos de carácter social. Casas bien provistas, con espacios amplios, jardines, apartamentos espaciosos, luminosos, gadgets sofisticados, mobiliarios costosos y familias pudientes. Por la disposición de los objetos, percibimos maneras de entender el orden y la belleza. Otras veces se visitan lugares en los que prima la escasez, la parquedad.  Ciertas visitan nos deparan sorpresas: la chica que nos deslumbra con su belleza y simpatía, la anciana que pareciera ser de otro planeta, el señor cascarrabias, la dama de alcurnia. 

Las visitas son un ritual eterno, costumbre propicia para sentirnos parte de una manada que ama la interacción con otros. Con las visitas ratificamos la existencia de un orden social en el que la costumbre y la novedad se cruzan. 

sábado, 1 de marzo de 2025



LAZOS INDESTRUCTIBLES

Un grupo de niños fue "evacuado y trasladado a Italia para salvarlos del asedio a Sarajevo en 1992". A partir de este hecho, la escritora italiana Rosella Postorino escribe una novela, "Me limitaba a amarte". El proceso requirió muchas entrevistas, revisión de documentos y una indagación profunda acerca de lo que significa la identidad.

Un hecho en apariencia simple da pie para reflexionar aspectos centrales de la vida de las personas: ¿Qué significa abandonar el lugar en el que transcurre la infancia? ¿Qué significa perder a la madre, al padre, a los hermanos, a los amigos? ¿Qué ocurre cuando habitamos un lugar nuevo, en el que se es extranjero?  ¿Qué papel juega la memoria en la reconstrucción de vidas sometidas a cambios radicales?

Cuenta Postorino que, a pesar de las buenas intenciones con los niños, estos guardan resentimientos por haber sido separados de su familia, amigos y entorno. Lo que significa que el medio en el que se vive, la familia a la que se pertenece y el tejido social con el cual se construye la identidad y se crean los lazos afectivos y culturales son poderosos y difíciles de remplazar. 


Natalia Aguirre, ginecóloga al servicio de Médicos sin Fronteras escribió un relato, "300 días en Afganistán", en el que recopila los correos electrónicos que compartió con familia y amigos durante su estadía en aquel país. Allí describe cómo personas desplazadas  realizan travesías peligrosas con el fin de regresar a sus lugares de origen. El recuerdo que se ha quedado en la mente, los juegos, las fiestas, la escuela, las comidas, el calor del afecto familiar, los lazos de amistad inquebrantables dotan a la existencia de sentido.

Cada gesto, cada encuentro, cada experiencia acumulada nutre a la colectividad y le atribuye un sello de identidad imborrable. La vivencia cotidiana semeja al jardín que se cuida de manera laboriosa y que inunda de belleza la vida de los residentes de un lugar.