Juan Diego Soler nos cuenta en El Espectador que " el 23 de mayo de 1967, tres de los radares del Sistema de Alerta Temprana de Misiles Balísticos de la Fuerza Aérea de Estados Unidos quedaron bloqueados. Ante lo que parecía ser el indicio de un ataque inminente, el Mando Norteamericano de Defensa Aérea puso en alerta a los aviones que volaban de forma continua cargados de armas nucleares y alistó fuerzas adicionales para su despliegue".
Afortunadamente," circularon los informes de la aparición de un grupo inusualmente grande de manchas en la superficie lunar unos días antes. El observatorio solar de Massachussets informó que el sol estaba emitiendo niveles sin precedentes de ondas de radio. Los bombarderos cesaron sus preparativos de despegue. Las armas nucleares permanecieron en silencio. Espectaculares auroras iluminaron el firmamento sobre el norte de México, pero la amenaza no terminó"(Juan Diego Soler, El Espectador).
Las emisiones del sol causan tormentas geomagnéticas que "afectan las comunicaciones y las transmisiones por líneas eléctricas en todo el mundo".
Este acontecimiento, denominado el efecto Carrington por el apellido de uno de los astrónomos que lo detectó, es ilustrativo de lo que significa el azar y el papel que juegan las múltiples variables cuando pretendemos explicar un hecho. Toda explicación, toda interpretación tiene una pata coja. Como en el relato budista de la mujer que busca una aguja en la calle, cuando esta se ha perdido en la casa y la justificación que ella ofrece es que " hay mas luz en la calle".
Tanto en circunstancias cotidianas como en asuntos de mayor envergadura, las variables incontrolables juegan un papel central a la hora de la ocurrencia de los mismos. Ella y él se han citado en un bar; es de noche. Cada uno se imagina una noche loca, llena de risas y pasión. Una lluvia inesperada crea trancones en las vías. Un conductor alicorado maneja raudo en medio de la tormenta. Él ha tomado un bus del servicio público. El conductor ebrio se pasa el semáforo en rojo. Resultado: heridos, un muerto. Adiós, noche loca.
El azar gobierna nuestras vidas y y estas se suceden entre lo que creemos es, por una parte, el orden, las metas y, por otra, la multiplicidad de variables que intervienen sin permiso en todas las circunstancias de la vida.
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