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sábado, 19 de junio de 2021

 


YA NO EXISTE

El bosque de Somne en Francia posee un abanico de arces que se elevan al cielo. " Un bosque de árboles fornidos y altos como columnas de un templo". Si tuviésemos la posibilidad de visitarlo, nos sorprendería saber que allí se llevó a cabo una batalla durante la primera guerra mundial "en la que murieron 20.000 soldados en un solo día, el 1 de julio de 1916". Una fotógrafa japonesa, Tomodo Yoneda,  se ha dedicado a fotografiar lo que ya no existe, como en el caso de Somne:

 En las fotografías el campo de batalla es un barrizal de cráteres, de trincheras abiertas como cicatrices en la tierra pelada, de marañas de alambre espinoso. Un siglo después, un bosque de arces resplandece con el verdor fragante de la savia en verano: los árboles, tan próximos entre sí, alcanzan con sus raíces los restos orgánicos mas resistentes de la batalla, el estiércol antiguo de los muertos: son los muertos que parecen alzarse de la tierra, transmutados en árboles, en una nutrida procesión mas solemne que las cruces blancas en los cementerios militares". " (Antonio Muñoz Molina, Visibilidad de lo invisible, El País).


"En una de sus fotos mas sobrecogedoras, toda de azules y grises tamizados de bruma, se ve el mar desde la orilla, una línea  de olas que van formándose al acercarse a ella, un horizonte encapotado como de inminencia de amanecer...este es exactamente el mar que veía cada amanecer Josef Mengele, el viejo vigoroso y metódico asesino que pasó sus últimos años refugiado en Brasil y se ahogó cuando salió a nadar muy temprano una mañana de 1978"(Molina, El País).  Así que los registros fotográficos esconden  un pasado olvidado, una reiteración del carácter cambiante y a la vez efímero de las cosas.

Para quien conoce la historia de lo que ocurrió en determinado tiempo, la foto remite a un pasado que se actualiza con cada nueva mirada. Solemos cargar con la memoria de momentos ya idos, tramos de vida que permanecen por la fuerza dado su impacto en nuestra biografía. Para aquellos que ignoraban los hechos mencionados en el pie de foto, lo actual se llena de la presencia inquietante de historias de dolor, alegría, sorpresa. 

                                                                                                                                                Medellín

Leo en El País que existen unos programas capaces de dotar de color las fotos antiguas e incluso convertirlas en videos. ¿Acaso es el deseo de volver presente aquello que es pasado, de actualizar momentos y dotarlos del ritmo de lo presente? ¿ La sensación de ver a personas en sus edades mozas, de registrar hechos y circunstancias ya idas forma  parte del deseo contemporáneo de convertirlo todo en presente continuo?  A diferencia de las fotos de Yoneda, lo que se busca en este caso es convertir por un momento el recuerdo en novedad, una manera velada de sentir la inmortalidad.

Deberíamos realizar ejercicios continuos de observación de fotos para adivinar, suponer, conocer el tránsito de la vida, los cambios permanentes y la acumulación de capas de historias, de acontecimientos grandiosos y pequeños para ratificar el sentido efímero de nuestra existencia.

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