PÉTALOS Y POEMAS
Lejanos los tiempos en que el pétalo de una flor servía de separador de hojas de un libro, testimonio de un amor sujeto al paso del tiempo. Acaso ese pétalo pervivía mas allá de las promesas amorosas, que se marchitaban primero; o eran el testimonio irrefutable de amantes fervientes.
Que sea el pétalo de una flor el símbolo del amor ratifica la condición perecedera de los actos humanos. Ese pétalo se transforma y refleja el ritmo cambiante de la vida, los avatares que marcan huellas definitivas y narran la historias de amores sujetos al desgaste inevitable por el paso del tiempo. Pasados los años, alguien abre un libro y descubre, aprisionado entre la hojas, un pétalo deslucido, desgastado. Surge la curiosidad, las preguntas afloran:¿duró ese amor? ¿tuvo un final triste? dónde están esos amantes?
Cuenta Irene Vallejo en El Infinito en un Junco:
"Cuando apenas se conocían, mi padre le regaló a mi madre un ejemplar de Trilce, los poemas de juventud de César Vallejo. Tal vez nada de lo que sucedió después hubiera sido posible sin la emoción que esos versos despertaron. Ciertas lecturas son una forma de derribar barreras, ciertas lecturas nos recomiendan al desconocido que las ama. No tengo parentesco con el prodigioso César Vallejo, pero lo he injertado en mi árbol genealógico. Igual que mis remotos bisabuelos, el poeta fue necesario para que yo existiera. (Irene Vallejo, el Infinito en un Junco).
Igual que los pétalos, son los libros, los poemas, la pulsera comprada en la feria artesanal, las cartas, la cajita de chocolates parte del inventario de los amores felices o contrariados. Hoy, los memes, los mensajes instantáneos expresan el anhelo eterno de felicidad.
Pétalos y poemas como mensajeros del deseo, de la fiebre del amor.
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