TAPABOCAS Y GESTOS
¿Recuerdan, mis queridos amigos, aquella ocasión en que ella, él, juntó sus labios y te mandó un beso, el que impactó tu corazón? ¿o esa otra ocasión en que ella, él, hizo pucheros por algo que le molestó? ¿y qué decir de esa mirada que te congeló y te dejó suspendido, sin aliento? ¿o la cara de disgusto de mamá, papá, por alguna de tus pilatunas? No hay duda alguna: el rostro, las manos y el cuerpo todo son pantallas eficaces en las que se manifiestan nuestras emociones: el miedo, la ira, la alegría, la tristeza, la confianza, el asco, la sorpresa y la anticipación.
A raíz del uso del tapabocas en estos tiempos, hemos perdido un referente fundamental para interpretar las emociones de nuestros interlocutores: apenas los ojos son visibles, pero pierden eficacia a la hora de interpretar lo que dice y siente el otro. Y como en Colombia somos elocuentes con los gestos, adiós a ver pucheros, torcidas de boca, sonrisas, gestos agrios o dulces.
¡Qué preocupación para la enamorada o el enamorado ante las palabras que se cuelan por el tapabocas sin el recurso de interpretar los gestos de aquel o aquella! ¿Dirá la verdad? ¿Me estará vacilando? y cómo no extrañar la sonrisa delicada o picante, el sonrojo de las mejillas, las comisuras de los labios que se recogen o estiran y esa punta de la lengua que se asoma, desfachatada y tentadora?
Igual, el tapabocas sirve de parapeto para mirar sin tapujos al o a la que pasa a nuestro lado. Cuenta Mirta Aguirre en su reportaje "300 días en Afganistán" que una ventaja de la burka es la libertad absoluta para desplegar el radar de miradas que auscultan sin sobresaltos a los hombres que transitan por la calle.
Sospecho que pronto andaremos por las calles con dispositivos sofisticados para cubrir nuestros rostros, con prendas elaboradas con la finalidad de protegernos del mundo exterior. Así que a usar nuestro ingenio para interpretar, a la luz de los nuevos tiempos, el caudal de reacciones ocultas por el incómodo -y necesario- tapabocas. O a esperar que los creadores de moda se den las mañas para inventar prendas y artefactos transparentes.
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