UNA ESCAPADITA
Un jueves de mayo, día de mi pico y cédula, salí a la calle con el pretexto de pagar un recibo de servicios públicos. Las mañanas han estado radiantes, llenas de esa luz tan clara, y la brisa juguetea con las ramas de los árboles. Me senté en un banco de la Plaza de la Constitución y observé el paso de las personas, casi todas con sus tapabocas.
¿Cuántos de los transeúntes han salido, al igual que yo, a recuperar un poco la libertad de movimiento, a palpar el ritmo de las calles, el ruido de los vehículos y los rumores de conversaciones en esquinas, a media cuadra, en la filas para ingresar a las entidades y negocios permitidos?
¡Qué grato se siente caminar por las calles, descubrir cierta moda con los tapabocas- los hay con caras de emojis, superhéroes, animales, floridos-, intuir la esperanza de que pronto las cosas vuelvan a su ritmo de antes!
No pretendo, ¡ni mas faltaba!, hacer una apología de la desobediencia civil. En este caso, todas las medidas para prevenir la expansión de la epidemia son bienvenidas y si ejercemos el egoísmo inteligente del que habla Savater- mi bienestar depende de otros- lograremos reducir los efectos del virus que nos atormenta.
Hoy le vi la cara al sol y pude constatar que él es ajeno a nuestras penas. Vanidoso, se pavonea por todos los lugares y despide sus rayos de vida sin distinguir apellidos, clase social, color, ideología. Así que , a nosotros los mortales, solo nos queda disfrutarlo, dejarnos acariciar sensualmente y observar con deleite las tonalidades que dan sus pinceladas multicolores al paisaje.
Somos seres sociales, amigos del abrazo, de la caricia, del contacto. Esa es nuestra virtud. Los virus, que tampoco viven preocupados por nuestras diferencias sociales, políticas y religiosas, ejercen su derecho a viajar a donde les parezca. Y a abrazarnos a su modo.
Hoy jueves disfruté ese momento placentero que solo es posible en la calle. Pasajero, es cierto. Y me pregunto qué significará volver a la normalidad, esa tan llena de contrastes, de injusticias y desafíos.