EL ARTE Y LOS NIÑOS
¿Qué significa la dimensión estética en el desarrollo del niño en edad de preescolar? pregunta compleja que, desde mi perspectiva, se aborda mal en muchas instituciones educativas dedicadas a los niños en edades de 3 a 6 años.
En primer lugar, la estética se asocia a las manualidades, habilidades necesarias en el desarrollo motriz fino del niño, por lo que las estrategias y actividades pedagógicas se enfocan en estimular el desarrollo de habilidades motrices :
Motricidad fina y motricidad gruesa: Las habilidades motoras finas y gruesas son el resultado de la colaboración entre el cerebro, el sistema nervioso y los músculos del cuerpo. Las habilidades motoras finas se refieren a pequeños movimientos realizados con la lengua, labios, dedos, manos, muñecas, dedos de los pies y los pies. Las habilidades motoras gruesas se refieren a los movimientos que utilizan grandes grupos musculares, como caminar, saltar y escalar. Estos dos tipos de habilidades motoras normalmente se desarrollan al mismo tiempo, ya que muchas actividades requieren la utilización conjunta de ambas habilidades motoras finas y gruesas(Plaza blog).
Estas dos destrezas juegan un papel preponderante en el desarrollo integral del niño y lo dotan de las habilidades necesarias para el desarrollo de las inteligencias. Sin embargo, existe una condición base para el desarrollo pleno de estas habilidades: la sensibilidad del adulto, atenta a propiciar la experiencia vital del niño ante el mundo. Se necesita una persona con sensibilidad y conocimiento, que conozca de arte, de música, que adopte el espíritu socrático en el diálogo y que en cada momento sea capaz de estimular la curiosidad inagotable del niño.
Si las motricidades constituyen el corazón de la didáctica infantil, ¿ cuál es la magia que subyace a esas habilidades? En esencia, el desarrollo de la sensibilidad y la sociabilidad por medio del juego, la lectura, el diálogo, la observación y el contacto con el medio. Ahí identifico el esqueleto que articula las actividades y otorga sentidos a las prácticas pedagógicas de los docentes.
Los niños arriban a la institución escolar con un recorrido breve y centrado en su familia. Desde allí se evidencian diversas sensibilidades y actitudes que la escuela se encarga de ampliar, modificar o suprimir en conexión con las dinámicas de la casa, la calle, el barrio, la vereda y la influencia de los medios de comunicación y las nuevas tecnologías.
Una tarea básica de la escuela consiste en motivar experiencias en las que el asombro sea el resultado de la exposición a situaciones nuevas o inducidas a ser miradas con otros ojos. La música y la danza, la pintura y el modelado, el video y la arcilla, la observación del paisaje, de la diversidad de plantas y animales, las visitas a lugares emblemáticos, a museos, parques, jardines, la escucha de relatos de ficción, el diálogo son caminos propicios para despertar la sensibilidad y la curiosidad de los niños.
Sin estos fundamentos, la práctica escolar se torna activismo hueco. El complemento: familias atentas a estimular estos procesos motivando al niño a descubrir con su orientación un mundo en el que cada paso es un descubrimiento mayor.
En esencia, se trata de formar niños curiosos, dialogantes, atentos a la observación y la exploración de su cuerpo, de su mundo y de la riqueza del mundo circundante.
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Los niños arriban a la institución escolar con un recorrido breve y centrado en su familia. Desde allí se evidencian diversas sensibilidades y actitudes que la escuela se encarga de ampliar, modificar o suprimir en conexión con las dinámicas de la casa, la calle, el barrio, la vereda y la influencia de los medios de comunicación y las nuevas tecnologías.
Una tarea básica de la escuela consiste en motivar experiencias en las que el asombro sea el resultado de la exposición a situaciones nuevas o inducidas a ser miradas con otros ojos. La música y la danza, la pintura y el modelado, el video y la arcilla, la observación del paisaje, de la diversidad de plantas y animales, las visitas a lugares emblemáticos, a museos, parques, jardines, la escucha de relatos de ficción, el diálogo son caminos propicios para despertar la sensibilidad y la curiosidad de los niños.
Sin estos fundamentos, la práctica escolar se torna activismo hueco. El complemento: familias atentas a estimular estos procesos motivando al niño a descubrir con su orientación un mundo en el que cada paso es un descubrimiento mayor.
En esencia, se trata de formar niños curiosos, dialogantes, atentos a la observación y la exploración de su cuerpo, de su mundo y de la riqueza del mundo circundante.
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