PEGADITO O DESPEGADITO
Lo vi de nuevo, luego de muchos años. Un sábado de rumba, en un bar. Otrora campeón indiscutible del baile de salsa, intentaba deslumbrar a la jovencita que danzaba con él. Ella intentaba seguir con cierto éxito la guía del varón, y mi amigo, que lucía desgastado por los años, se erguía como león sin dientes ante el asedio de las hienas. Cuando terminó la canción, mi amigo hizo una venia a la joven y en vez de su sonrisa demoledora de camaján caleño, mostró un rictus de amargura, producto del desfase rítmico y anímico del encuentro. No bailó mas en toda la noche.
Pasa el tiempo, cambian las costumbres. Durante mucho tiempo, el baile de pareja fue la norma. El hombre era el conductor y la mujer, una alumna aplicada para seguir sus pasos. Salsa, tango, fandango, chucuchucu, son, bolero.Todo. Armonía patriarcal, sumisión rítmica.
Todo cambia. En Argentina, "un grupo de activistas está tratando de hacer que el tango sea menos dogmático sobre los roles tradicionales de género y más asertivo acerca de erradicar el acoso y la agresión sexual", nos cuenta Ernesto Londoño en el New York Times(Una caricatura del patriarcado: feministas argentinas rehacen el tango).
En el tango tradicional " los hombres invitan a las mujeres a bailar a través de un sutil gesto de sacudida de la cabeza conocido como cabeceo, a menudo señalado desde el otro lado de la habitación. En la pista de baile, el hombre afirma el control en una secuencia de movimientos, a menudo de ritmo rápido, sacudidas y enredamiento de extremidades, que van desde sensualidad burlona hasta el dominio incómodo".
Liliana Furió, líder de este movimiento, creó un festival de danza semanal que rompe los esquemas tradicionales del tango."En julio, el grupo publicó un protocolo para hacer que las salas de tango sean menos dogmáticas sobre los roles de género tradicionales y más asertivas sobre el enraizamiento del acoso y la agresión sexual".
Hoy, por el surgimiento global de movimientos reivindicativos de los derechos de la mujer y de las minorías sexuales, ha hecho carrera una actitud liberadora que pone en cuestión la hegemonía masculina. Entrar a una pista de baile, sin la patente de corso del macho avasallador, es una experiencia nueva, gratificante. Se baila en grupo o solo, las reglas de los bailes se tornan mas libres y la pista es un espacio de igualdad para el goce, la seducción y el deleite infinito de un encuentro motivado por la música que -también- expresa nuevas éticas del encuentro, de la fascinación por los sentidos y el cuerpo.
Abrazos y giros de igualdad. Sensualidad compartida, sin "cabeceos". Encuentros festivos sin patriarcas. La liberación del alma y del cuerpo- los cuerpos-. Sudores sin etiquetas, placer total.
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