LA MAESTRA 1
Eran tiempos de rígida moral católica, de estructuras patriarcales, con órdenes fijos en la escala social. Llegó muy joven, 22 años apenas. El pueblito, pequeño, de calles empinadas, con la iglesia imponente en la plaza principal.
La escuela quedaba a la entrada del pueblo, rodeada de vegetación. Cerca, el río, que se despeñaba por un corredor de piedras. La jornada empezaba a las 8 a.m. Lectura, escritura, catecismo del padre Astete, matemáticas y la historia inacabable de héroes de la patria.
Al llegar a su casa, un rato para dedicárselo al jardín. Dalias primorosas, bellísimas, rosas, amapolas. Un árbol de totumo, dos guayabos, un naranjo. A las seis, la cena, frugal. A las ocho , el rosario. Luego, Un poco de lectura. A las nueve, a la cama.
Los fines de semana, labores en la iglesia, misa, visitas. En la noche, programas radiales de música.
A veces, la asaltaba un poco el deseo por algún hombre, que enfriaba con un rosario. Tocarse, ni por remedio. Pecado mortal.
Su pasatiempo, la caligrafía. Preciosa, trazada con mano magistral. Poesía visual que engalanaba los grados de sus estudiantes.
Nunca se quejó de soledad y de ausencia de cariño. Su voz era caricia suave, aliento infaltable para los que la rodeaban. Solo anhelaba un rinconcito en el cielo, junto a la virgen, la paz absoluta.
LA MAESTRA 2
La escuela quedaba a la entrada del pueblo, rodeada de vegetación. Cerca, el río, que se despeñaba por un corredor de piedras. La jornada empezaba a las 8 a.m. Lectura, escritura, catecismo del padre Astete, matemáticas y la historia inacabable de héroes de la patria.
Al llegar a su casa, un rato para dedicárselo al jardín. Dalias primorosas, bellísimas, rosas, amapolas. Un árbol de totumo, dos guayabos, un naranjo. A las seis, la cena, frugal. A las ocho , el rosario. Luego, Un poco de lectura. A las nueve, a la cama.
Los fines de semana, labores en la iglesia, misa, visitas. En la noche, programas radiales de música.
A veces, la asaltaba un poco el deseo por algún hombre, que enfriaba con un rosario. Tocarse, ni por remedio. Pecado mortal.
Su pasatiempo, la caligrafía. Preciosa, trazada con mano magistral. Poesía visual que engalanaba los grados de sus estudiantes.
Nunca se quejó de soledad y de ausencia de cariño. Su voz era caricia suave, aliento infaltable para los que la rodeaban. Solo anhelaba un rinconcito en el cielo, junto a la virgen, la paz absoluta.
LA MAESTRA 2
Recorre el trayecto de su casa a la escuela en transmilenio. Una hora de viaje, durante el cual revisa mensajes en su celular. Viste bluyín, blusa, chaqueta y zapatos tenis. En su bolso wayú carga la tablet, su libreta de apuntes.
Es maestra de grado quinto. Le encanta leerles a sus alumnos. Y anima un proyecto de historietas en molde virtual. La escuela, en un barrio del sur, enorme, rodeada de casas y edificios. Apenas una zona para el recreo, donde se realizan feroces encuentros de fútbol.
Los viernes en la noche, de bar. Amigos, cerveza, rock, hip hop, reguetón,salsa. De vez en cuando, un encuentro erótico en un motel de Chapinero. Tiene novio y planean irse a vivir si él consigue un buen trabajo.
Le encanta asistir a reuniones de su grupo de mujeres. Todos los miércoles, a las 7 p.m., leen textos feministas, debaten y programan eventos para divulgar su pensamiento.
En su pequeño apartamento en el sur de la ciudad, por el cual paga arriendo, pasa muchos ratos navegando en la red. El domingo lo dedica a preparar las clases de la semana y a asear su morada. Vegetariana empedernida, disfruta de las viandas que ella misma se prepara.
Sueña con irse un día a España a estudiar. O a trabajar.
En su pequeño apartamento en el sur de la ciudad, por el cual paga arriendo, pasa muchos ratos navegando en la red. El domingo lo dedica a preparar las clases de la semana y a asear su morada. Vegetariana empedernida, disfruta de las viandas que ella misma se prepara.
Sueña con irse un día a España a estudiar. O a trabajar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario