EL SANCOCHO
De los encuentros familiares y amistosos, pocos tan gratos como el que suscita el sancocho. "Recordar al sancocho es rememorar aromas campesinos, revivir los paseos familiares, traer a la memoria las amanecidas bohemias y reencontrarse con los amigos de infancia porque el olor a sancocho nos traslada de nuevo a los corredores de la finca con su mesa de manteles floridos, un coquito para los palillos y al fondo un retazo de horizonte tachonado de guamos y de cafetos"(Alfredo Cardona Tobón, "Su majestad el sancocho, blog historia y región).
En tiempos de globalización y sabores diversos , el sancocho resalta orgulloso por su origen multicultural: "el plátano, originario de la India, entró al continente americano vía Madagascar- Las Canarias; el ñame, que acompaña al sancocho costeño lo trajeron los portugueses; la yuca es originaria de la zona amazónica; la arracacha, los cubios y las papas son de los Andes y el boniato o batata proviene de las islas antillanas...El sancocho es promiscuo y democrático: Admite la compañía de la ahuyama, de la zanahoria, los nabos y las mazorcas. Lo sirven con carne de res, de marrano, de pescado, de gallina y de animales de monte, o combinado con tres carnes en el sancocho "trifásico" de cundiboyacenses y santandereanos, que hace sudar, es capaz de resucitar muertos y dar alientos a desfallecidos nonagenarios" "(Cardona).
Sancocho, sinónimo de encuentro, de trabajo en equipo, momento propicio para conversar y reír. El humo de la fogata anuncia lo que viene en camino y los paladares alcanzan su máximo nivel de excitación. Unos pelan el recado, otros consiguen la leña, los niños se lanzan al río y disfrutan la caricia fresca de la corriente del río. Cuando el sancocho se prepara en la casa, un aire de comunión y de juego se apodera de cada rincón.
Si el recado,el arroz y la carne se sirven sobre hojas de plátano, los sabores alcanzan la cima de la delicia. La conjunción de sabores genera un placer primitivo, esencial. Ritual que nos devuelve a las costumbres básicas del espíritu, momentos en los que alcanzamos las cumbres de la alegría colectiva, ajenos a las pompas y vanidades de la ostentación.
Que nunca nos falte un buen sancocho en la mesa.
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