MOMENTOS

Conservo siempre  la emoción suprema  que me produce ver a Guaduas desde el vehículo cuando asoma en la loma, viniendo de Villeta o de Honda, y aparece, abajo, mi pueblo. Tantas veces he vivido esta experiencia, y todavía surge  fresca en  mi vida, regalándome por un momento una sensación parecida a la del primer amor.  

A lo largo de nuestra existencia nos acompañan pasiones, fijaciones, recuerdos imborrables, momentos esplendorosos que elaboran el tejido sutil de nuestros deseos. Permanece en mi memoria el paisaje de pueblitos de calles destapadas y árboles a lado y lado de las mismas. Casitas de techo de zinc y paredes de adobe refrescadas por la brisa del río, con solares que son la gloria, llenos de palos de mango, tamarindo, mamey.

¿Recuerdas de niño haber ido a la cocina de manera furtiva, abrir la olla de arroz y cucharear con deleite el arroz, ojalá con la  pega, tapar de nuevo la olla y escapar? ¿ De vez en cuando de adulto, vas a  la cocina, metes  la cuchara en ese mar de delicias que es el arroz y revives una de las vivencias gustativas mas placenteras ? ¿O deleitarte con la mesa  cubierta con hojas de plátano, el piquete extendido, el ají y  comer con la mano?




Caminas por alguna calle de la ciudad o de un pueblo, y como una aparición, una mujer esplendorosa, sandunguera, vestida de fiesta, que pasa a tu lado y te quita la respiración.  Los niños que juegan absortos en la calle, desconectados del mundo que pasa y sus  sonrisas son cantos de alegría.

 Los libros me han dado los momentos mas gratos  de mi vida. Al abrirlos, he penetrado en universos múltiples, he visto desplegarse la riqueza y complejidad de la condición humana. Ellos me han dado perspectivas ricas y generosas para asumir el vivir y he podido recorrer regiones cercanas y remotas con solo un movimiento de mis manos, el corazón anhelante y la mente alerta. Igual la música y el cine. Sonidos e imágenes que te seducen,  te enseñan a mirar y a sentir desde la emoción y la razón.

No te quieres ir. La fiesta está animada, las risas y las bromas que no cesan. El juego y la coquetería despliegan su encanto, se vive en estado de gloria. La cerveza fluye como la corriente del arroyuelo claro; unos bailan, otros cantan.

No te quieres ir. La conversación se mueve como una mariposa. Revuela por todas partes, y en cada lugar descubres las sutilezas de pensamientos finos, irónicos, juguetones. Es la armonía suprema. Se dialoga para gozar y disfrutar las ideas. Conversar como el arte del ingenio, de la sutileza. No importan verdades ni dogmas. Es el río incesante de la palabra transmutada en deleite.

Las noches en la gran ciudad. Derroche de luces, sombras dispersas, la tentación. Cada rincón te ofrece una sorpresa, pasan los vehículos con su carga de seres ansiosos por llegar a sus casas. Es el bombardeo de luz. No piensas igual que en la mañana. Es bella. Vestida con prendas multicolores, la noche citadina desafía la oscuridad y clama alegre su canto victorioso, la civilización desconectada de su nexo con la naturaleza.

Caminar por el campo, vadear las quebradas, trepar las lomas, detenerse a escuchar  el canto alegre de los pájaros, sorprenderse ante el verdor de las montañas, la majestuosa elegancia de las olas. Confundirse con la niebla, bañarse en el charco, descubrir las flores silvestres, divisar a lo lejos los techos de casas  solitarias y poblados dispersos en el amplio espacio que abarca la mirada.




Nada mejor que la sorpresa que te brindan los momentos, en especial los que compartes con  aquellos a quienes amas.

LA ESPERA

¿Y qué tal convertir la espera en un ejercicio espiritual, una manera de encarar la vida desde la otra orilla? El que espera desespera, dice el adagio popular. Si por el contrario dijéramos: el que espera no desespera, ¿cambiaríamos el tiempo acuciante, la urgencia y la desesperación por un estado que congela el tiempo y las premuras?

Asumir la espera como un ritual sin esperanza y recoger los frutos de la ausencia de resultados. El hombre espera en el café a su amada. Pasa el tiempo y el hombre asume que cada segundo que pasa es, a fin de cuentas, un segundo mas, otro en la rueda inexorable que conduce a la nada. Es decir, igualar la llegada de la mujer con su ausencia. Algo así como matar la expectativa que produce la desazón de la espera.

Sentado en el vehículo que nos lleva a la cita, agobiados por la lentitud del tráfico, la tortura del reloj que camina de prisa. ¿Y qué tal dejarse llevar por el ritmo lento del tráfico, de las personas que pasan raudas por las aceras, observar con curiosidad los letreros luminosos, los olores que a esa hora se riegan por las calles?

En vez del abandono total del ser, la asunción de la liviandad y la indiferencia. La revolución anticapitalista por excelencia.

MODA QUE NO PASA DE MODA

Cuando recorro lugares nuevos, observo a las personas en su diario transcurrir y me deleito con los ritmos y las modas que muchas veces se deslindan de la corriente dominante. Observo, por ejemplo, la permanencia de modas ya idas: el camaján setentero de Cali, con sus pantalones y zapatos blancos, camisa sicodélica y gorra blanca; el hippie,  reclamando su puesto en la marejada de la séptima en Bogotá; la mujer con boina, bufanda  y falda larga, eco tropical del mayo 68 de París. En la décima, aturdido por el ruido implacable de los vehículos, un hombre de ruana y sombrero. Diversidad y libertad.  A su lado, las tendencias del momento, la moda que se exhibe fresca. 

Johanna Rizo publicó en el New York Times publicó un artículo, acompañado por fotografías de diversos autores  sobre moda del mundo, la que posee "siglos de tradición y no pasa de moda cuando cambian las estaciones: el atrevido bordado de los Maasai en el Serengeti, los interminables pliegues de un manto tuareg azul brillante en el Sahara, una falda escocesa".

Masais, yorubas, tuaregs, hindús, shiks exhiben orgullosos su atavíos, llenos de significados culturales : el tamaño y el número de anillos, cuentas, collares, brazaletes pueden indicar estatus, estado civil, edad, identidad. 

Colombia, país diverso en culturas, ofrece una gama amplia de trajes y accesorios, que al igual que aquellos de África, Asia y demás regiones del planeta, comportan sentidos vinculados a las tradiciones y ritualidades de geografías  atravesadas por multiplicidad de culturas.

Que no se pierda nunca el tapete florido de la moda sin pasarela. 

l

SOBRE LA BELLEZA

Nada mas perturbador que la belleza. Ligera, avanza sin recato, consciente del impacto que genera en el ambiente. La belleza, esplendorosa, redefine las reglas sociales, desarma el orden existente.  La belleza es encanto, artilugio que hechiza. En busca de ella, se realizan conjuros, se arman las pócimas que otorgaràn el pasaporte al reino del encantamiento. Los humanos nos devanamos los sesos en busca de la belleza. Todas las razones del mundo se desvanecen ante su presencia. Llave maestra que abre todos los  muchos  obstáculos que en la vida hay.



La belleza es inmemorial, atraviesa todas las culturas, asume formas diversas y se adapta sin problema a los cambios. Muchas veces, ella es la causante de los mismos. Belleza inerte o viva, se bambolea  cual pavo real en el mundo. La vista majestuosa de un paisaje, el laberinto misterioso de una ciudad, los cuerpos  provocativos.




En relación con la belleza, no existen los cánones. Lo que a un grupo determinado le parece el sùmmun de la belleza, a otro lo horroriza. Si la figura delgada se yergue como el modelo de belleza en muchas regiones, para otros la forma redonda de la panza, las caderas voluminosas son la tentación. A muchos les parece el paisaje urbano la concreción del ingenio humano. A otros nos maravilla la belleza presente en las montañas misteriosas.



Leo a Wade Davis y me maravillo con el siguiente relato:

"Frente a la costa de Sumatra, en la isla de Siberut, el pueblo mentawai consideraba que todo lo existente estaba alentado por un espíritu: aves, plantas, nubes, incluso los arco iris que cruzan el cielo. Regocijados en la belleza del mundo,  tales entidades divinas no podrían querer jamás residir en un cuerpo humano que no fuera también hermoso. Por consiguiente, los mentawai llegaron a la convicción de que, si la naturaleza perdía su lustre, si el paisaje se tornaba  soso y monótono,  si ellos mismos en tanto presencia física de la creación dejaban de hacerle honor a la esencia de la belleza, las fuerzas primordiales de la creación abandonarían este reino para establecerse en los asentamientos de los muertos y toda vida moriría. Asì, en respeto a sus antepasados y en celebración de la vida, los mentawai, hombres y mujeres, dedican su vida a la búsqueda de la belleza estética acicalando sus cuerpos, puliendo sus dientes, adornando sus cabelleras con plumas e inscribiendo en sus cuerpos delicadas figuras en espiral. En su vida cotidiana asumen todas las tareas , no importa qué tan prosaicas sean, totalmente adornados.(Guardianes de la sabidurìa ancestral, Wade Davis).

Alabo la riqueza presente en la variedad del cosmos, en el catálogo infinito de rostros, paisajes, ideas, sensaciones, emociones que nutren el día a día de nuestros deseos. Miro a mi alrededor y me sorprendo ante la multiplicidad de formas, colores, sonidos. Cada ser, cada objeto posee su especificidad, un toque único que lo hace bello. 

 La miro y me pierdo en el verde cautivante de sus ojos  y en el paisaje exuberante de su ternura.