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miércoles, 23 de marzo de 2011


JUAN CARLOS MONTOYA

Alguien- no registré su nombre- escribió:

¿Qué dato o fecha indica el inicio de la edad moderna?... Existe un hecho capital que se produce en aquel tiempo y que tiene una importancia decisiva en la psicología colectiva: se trata de la exploración y la desacralización de los bosques y la sustitución de sus peligros por los peligros de la ciudad. LA MODERNIDAD SE HIZO CONTRA EL BOSQUE.


El auge de las ciudades significó una transformación profunda de las costumbres, la entronización y desarrollo de tecnologías para responder demandas sociales ineludibles y una dinámica económica y cultural cuyas fronteras son los límites del orbe. El campo se ha despoblado de manera dramática al punto de que la población urbana supera con creces a la población rural.


En el plano de la cultura, corrientes de pensamiento hegemónicas privilegian el abordaje de temáticas y formas relacionadas con lo urbano. Lo rural, como asunto de interés general, ha perdido fuerza y el necesario vínculo entre lo urbano, y lo rural desaparece entre el maremagnum de las tendencias que marcan las metrópolis.

El tema rural es asunto que carece de la debida importancia y cualquier manifestación de ella en el campo de la cultura se etiqueta como anacrónico o exótico-que es una de las maneras como se manifiesta lo anacrónico-. Lejano está el día cuando El Llano en Llamas o Pedro Páramo atrajeron a miles de lectores del mundo, fascinados por historias que penetraban en profundidad la condición humana.


Hace poco recibí con la revista El Malpensante un libro de poemas patrocinado por la Universidad Externado de Colombia. El librito- su formato es pequeño- forma parte de la colección "Un libro por centavos", que se distribuye gratuitamente con la revista. Mal lector de poesía, comencé a hojearlo y terminé inmerso en los poemas de Juan Carlos Galeano, natural de Florencia, Caquetá y en la actualidad profesor de poesía latinoamericana y cultura de los pueblos amazónicos en la Universidad del Estado de la Florida. El libro "Amazonia y otros poemas" se me convirtió en un referente para mirar la relación entre naturaleza y sociedad, entre ciudad y ámbito rural y comprobar que la buena literatura desconoce barreras geográficas, políticas y de cualquier otra índole.


La primera cuestión tiene que ver con el nexo que existe entre el mundo urbano y la selva. La frontera trazada de manera arbitraria entre los dos espacios es anegada por la fuerza de la mirada que nos descubre la unidad - en muchos casos conflictiva-de los dos espacios:






Con los primeros fogonazos de la guerra y agujeros

en las paredes,

mis padres corrieron a la selva.


Para salvarme, me pintaron con los colores de

una guacamaya

y me llevaron a vivir entre los indios.

...

Cuando me trajeron de vuelta, mis padres leían

los periódicos

y la casa brillaba en los espejos.


Por mi parte, era feliz mirando los informes meteorológicos.


(APRENDIZAJE)


Cada cierto tiempo, fenómenos naturales ineviatbles nos recuerdan la compleja relación del hombre y su entorno:

Para ser feliz, el río es capaz de cualquier cosa.

Crece, inunda los montes y se lleva las casas.

En los horcones donde cantaba la radio y colgaban hamacas

se siente, junto a sardinas y bagres, como pez en el agua.

(RÍO)


¿Acaso existen diferencias entre nosotros y los habitantes de la jungla?

Mi padre se vino al Amazonas para

enseñarles a los indios

a armar rompecabezas con las nubes.


para ayudarle, por las tardes mu hermano y yo

corremos tras las nubes desocupadas que pasan allá arriba.

...


Cerca de nuestra casa muchos indios hacen cola

para armar rompecabezas con las nubes que les son familiares.


Aquí unas nubes se parecen a los árboles, y otras les recuerdan los pirarucús.

Por allá los indios buscan una nube para completarle la cabeza a un armadillo. ... (NUBES)

Hay en la poesía de Galeano un reclamo sin aspavientos al exponer elementos de la mitología indígena con el encuentro con la cultura moderna. De manera sutil, juguetona, se intuye el riesgo del exterminio, la pérdida de un territorio:


A nuestra casa llegan indios tristes, llenos de recuerdos.

Mi hermano, como sabe, los reza y los protege con humo de tabaco.


Los indios le dejan su tristeza en piedras

y el las transforma en nubes.

Mi hermano gana poco, pero la clientela le aumenta cada día.

(CURANDERÍA)

Ese espacio gigantesco que es el Amazonas parece un niño que navega en su frágil canoa. Selva y río albergan la esperanza y la destrucción. Por sus caminos que sólo conoce la memoria, transitan la codicia y el deseo. Las palabras de colores de Galeano nos recuerdan la fragilidad de nuestras vidas, el inestable equilibrio de una naturaleza sometida a la explotación. Una secreta esperanza habita en sus poemas.







































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