Buscar en este blog

domingo, 2 de enero de 2011



TARDE DE SOL

-Todavía me quedan esquirlas en la cara y el cuello- me dice José y me muestra su rostro y el párpado derecho, . -Cuando estalló el proyectil, Marina, mi hermana menor, salía del baño; yo estaba con mi hermano Luis, mi hermana Eliana, su esposo Manuel y sus tres hijos en la sala, mirando televisión. El estallido me arrojó contra el techo, luego reboté contra el marco de la ventana. Como pude me levanté. Debajo de la mesa estaba Luisito, mi sobrino. Parecía muerto. Estaba ensangrentado y el brazo le colgaba, casi desprendido. Vi a mi cuñado en el piso. A Eliana y a las dos niñas no les pasó nada. Oí a Marina, que se quejaba y pedía auxilio.

Fue un 7 de agosto, en la primera posesión del presidente Uribe. Las FARC dispararon varios rockets, uno de los cuales atravesó una ventana de la casa de la familia Sánchez en Bogotá. Marina murió, Luis quedó inválido, José sufrió la fractura de su pierna izquierda y heridas graves en su rostro y cuello. Manuel por poco pierde su pierna derecha, pues una esquirla le abrió en dos el pie. -Casi me muero- dice José, con quien converso en el patio de la casa familiar en Guaduas. La vivienda, sencilla, , fue construida por Pastoral Social para los damnificados de Armero.

Eliana me ha invitado al bautizo de su niña, Angélica. Sentados en el patio junto a un mandarino tomamos cerveza y admiramos el día soleado del 2 de enero. El cielo, azul y sin adornos. -El doctor me dijo que no había nada qué hacer. Me iba a quedar ciego-. Miro a José, bonachón, alegre. -Me mantuve varios meses a punta de calmantes. Casi me vuelvo loco-.

De esto hace ya ocho años. La familia, hasta el momento, no ha recibido ninguna compensación del estado. Han debido luchar y sufrir sin descanso. Soy testigo de las dificultades que han sobrellevado con dignidad y entereza.- Como no había nada qué hacer con mis ojos, me preparé para soportar esta nueva desgracia-, comenta José. No hay rencor en su voz . -Un amigo me dijo que el doctor José Gregorio Hernández me podría curar. Así que un día me fui a un consultorio en el Sur-. Y continúa:-Tiene que rezar el rosario, me dijo el señor que me atendió. Yo le dije, no me ponga en esas, yo rezo una oración. Y cuando llegó el día, me metieron en una habitación blanca, las sábanas blancas, sobre la mesa alcohol, espadadrapo, tijeras,algodón, agua-.

-¿Sabe qué, profe? - me dice José. -Cuando me volvió a ver el médico, tenía visión 20/20. Él no lo podía creer. Y aquí estoy, vivito y coleando, y haciéndole a la vida con verraquera-. Afuera, juegan los niños. Me tomo un sorbo de cerveza y observo a los miembros de la familia, cada uno en su cuento, repartiendo el ponqué, posando para las fotos, asando la carne, haciendo bromas.

La tarde avanza y aparecen las primeras sombras de la noche. El cielo ha adquirido un color opaco y una ligera brisa acaricia las flores del patio. Raudos, pasan los niños tras un globo.

1 comentario:

  1. Hace poco hablaba con alguien acerca de los noticieros y yo argumentaba que la mayoría de ellos se limitan a mostrar tragedias individuales que distraen a la audiencia respecto a los hechos que nos conciernen a todos.

    Sin embargo, leyendo esta historia recordé la manera como los noticieros cubrieron esta noticia: todos los ojos se posaron sobre el presidente y sobre el dispositivo de seguridad que se desplegó para proteger su vida y la tragedia de esta familia pasó inadvertida.

    Esto me hace cuestionar lo que pienso acerca del papel del periodismo en una sociedad y me hace retractarme de la idea de que su única función es sacar a la luz los hechos que nos afectan a todos. Indudablemente la vida de muchas personas se ve truncada por la violencia y por las decisiones equivocadas de la clase dirigente pero estas historias rápidamente pasan al olvido, así que los medios de comunicación están llamados a convertirse en la voz de quienes han sido silenciados por la negligencia y por el olvido.

    ResponderEliminar