Buscar en este blog

sábado, 29 de noviembre de 2025

 


MOMPOX

Al recorrer lugares con paisajes distintos de los que forman parte de nuestra vida cotidiana, recibimos el impacto de imágenes que nos enseñan la diversidad presente en el mundo. Visité de nuevo Mompox por considerarla un lugar que forma parte de mi mapa sentimental, dada la belleza de su arquitectura, cuyo marco es el río Magdalena. Ciudad histórica donde la parsimonia define el estilo de vida de un lugar  circundado por la majestuosidad del río madre.

No me cansa recorrer sus calles, detenerme ante sus casas de arquitectura antigua, la ornamentación de sus ventanas, sus tejados, la uniformidad en la diversidad que otorgan los colores de sus paredes y la presencia del río. Allí se experimenta una manera de estar lenta, pausada. Nadie pareciera estar de afán. Y como el sol marca su presencia con sus rayos de fuego, un jugo de corozo o de guayaba agria refrescan el gaznate y nos animan a contemplar atardeceres en los que la inmensidad del río es bañada con la luz de los arreboles.

No había conocido la ciénaga de Pijiño, así que me embarqué en una lancha, ajeno a lo que allí me esperaba. Luego de un tramo de viaje por el lecho principal del río, nos metimos por caños donde la vegetación resguarda una profusión de aves que embelesan con sus cantos: águilas pescadoras, cormoranes, patos cucharos, garzas tigres, gallitos de ciénaga, patos cucharo, jabás y tantas otras aves, micos y por supuesto, peces propios del río. La vegetación está llena de palma de vino,  corozo, el árbol que camina y muchas otras especies. La vista es majestuosa, verde vegetal, verde agua, cielo primoroso y la emoción que produce la vastedad de un cuerpo de agua que es vida.

En el camino nos encontramos con pescadores solitarios y viviendas a la ribera del río. Cultura anfibia que define su existencia de acuerdo con los ciclos del agua: sequía, lluvias, inundaciones y la labor tesonera de los habitantes del lugar que siembran patilla, yuca, plátano, melón. Pijiño del Carmen es un poblado que vive al ritmo que marca el río, pueblo de honda religiosidad donde se celebra la fiesta de la Virgen del Retablo.

Tanta belleza nos sorprende y a la vez nos asusta: los trasmallos cumplen de manera impecable su labor de capturar los peces del río, botellas plásticas forman parte del paisaje y la codicia siempre presente en busca de rentabilidad. ¿Seremos capaces de armonizar nuestra existencia con el medio?

El río, la sabana están allí, silenciosos. Ojalá podamos coexistir siempre con ellos.



domingo, 16 de noviembre de 2025



 ORGULLO SAMPERINO

Visitar su escuela es adentrarse en un jardín multicolor. Con amor, dedicación y el concurso de sus niños, mantiene aseada y bella su institución. Grata sorpresa me llevé porque los baños de la escuela son limpios y los niños y la profesora los mantienen impecables. La vereda colinda con el río Magdalena, y el clima es bastante caluroso. Hace ya varios años, ella fue mi alumna en el Samper. Hoy, ejerce su labor de maestra y realiza un trabajo lleno de amor y creatividad.

 Cuando termina su jornada, la maestra debe caminar un buen tramo hasta la carretera nacional y esperar que un bus o un conductor generoso la remolque hasta el pueblo. Así todos los días. Me cuenta que en  una época cerraron una escuela y ella se trasladaba después de su jornada laboral a la vereda de dos niños que se habían quedado sin estudio. Luego, la lucha para conseguir transporte. Durante mas de 30 años ha asistido sin falta a compartir sus saberes y sueños con niños de escasos recursos económicos y anhelos infinitos.

Su hija también fue mi discípula en el Samper. Mientras nos conduce a la escuela, me cuenta cómo, al finalizar el bachillerato, se propuso dos cosas: estudiar una carrera y hacer un capital. Cierto día, decidió hacerse un examen médico de rutina. Resultó con cáncer . Inició entonces un trayecto de miedos y exámenes y finalmente una operación que fue exitosa. -No podrá tener hijos- le dijo el médico. Ella anhelaba  tener dos. Y un día, otro examen mostró que estaba embarazada. Su esposo, un emprendedor,  la respaldó y lograron labrarse un nivel de vida que les permite mirar la vida con tranquilidad. Ella le ha enseñado a sus hijas a respetar y valorar a las personas y a ser solidarias con quien lo necesite. 

La miro conducir de manera experta y recuerdo a la jovencita de antaño, tan risueña y entusiasta.  Igual que su mamá. Ellas han sido dos mujeres capaces de sobreponerse a las dificultades del diario vivir y a construir una vida en la que el servicio a los demás es requisito fundamental de su existencia. 

No escribí sus nombres. No hace falta.  Ellas  realizan acciones de dimensiones épicas para entregar lo mejor  a su pueblo y a su país. Como ellas, otras mujeres, en todos los rincones de nuestro país, aportan su trabajo, su creatividad y su amor para  hacer de Colombia un jardín donde florezcan la armonía y la justicia social 


sábado, 8 de noviembre de 2025

 

NOVIEMBRE

Empieza el mes de noviembre, mojado, frío. Gélido por fuera, cálido por dentro. La cercanía con diciembre lo torna colorido, a pesar del predominio del gris. En un acto de magia inversa, el mes que no ha llegado contagia de alegría a noviembre.

Se viven los días con la expectativa de diciembre. Los comerciantes, psicólogos expertos, adornan las vitrinas y dejamos de vivir el presente por la expectativa de lo que va a llegar. Es una droga cuya virtud consiste en hacernos vivir en modo de anhelo.

Triste condición la de noviembre, pues carece de personalidad propia. A diferencia de junio, que reclama su trono como el mes de las vacaciones de medio año. Y si el cambio climático lo permite, sus días están llenos de sol y de viajes.

Yo entiendo: ante la dureza de la realidad que se torna agobiante, una dosis de esperanza nos anima a continuar la dura brega. Noviembre no tiene la culpa. Su misión consiste en dotar de combustible una máquina que no descansa. Igual que el atleta que  gasta sus últimos cartuchos con la esperanza de alcanzar la  meta. Ese deseo por la llegada del rey de los meses convierte a noviembre en imagen especular dotada de esperanza.

sábado, 1 de noviembre de 2025



 LOS VECINOS

La pareja cumple su sueño de viajar a un lugar cerca de la montaña, con un paisaje inigualable y una vivienda confortable. Unos pocos vecinos y un ambiente de calma presagian unas vacaciones inolvidables. Los niños disfrutan del lago y de los animales que habitan en el bosque. Cierto día, comienzan a ocurrir hechos misteriosos. La tranquilidad es reemplazada por el desconcierto y el miedo. ahora se mira  a los vecinos  con desconfianza. Todo un argumento para una serie de Netflix. Los vecinos como fuente de amenaza. 

Vivir en comunidad representa la experiencia inevitable de todos los días. Habitamos barrios, pueblos, veredas. Allí compartimos un lugar, con parámetros propios de casas, aceras, vías, parques, avenidas, caminos. Tenemos vecinos,  somos un conjunto de vecinos. Así se vive en comunidad. Lo que implica la existencia de reglas no escritas, de normas jurídicas para lograr la armonía.

 Luego, la realidad. Vecinos para quienes el ruido forma parte inseparable de sus vidas. A las dos de la madrugada, el vecino, con unas copas de mas, llega a rematar el programa con un concierto de rancheras y música de despecho. El perro ladrador que suelta sus alaridos a cualquier hora del día. La de la moto, que convierte su acera en garaje. El señor que se toma la acera para ampliar el área de su vivienda. La casa sede de un grupo cristiano. El chico que da clases de zumba. La vecina que comparte sus gustos musicales mientras prepara el almuerzo. 


La otra parte de la historia: los vecinos amables, los que comparten sus  corotos y  su amistad, los que te echan la mano cuando lo necesitas, los que disfrutan de tu compañía. Con ellos se vive en armonía y se sienten mas dichosos los días.  Aquí es la palabra, los gestos generosos los que predominan. Nada mas grato que encontrarse con el buen vecino y soltar los comentarios del día, reír y disfrutar el momento. 

Son los vecinos un termómetro que expresa las preocupaciones e intereses colectivos. Los temas translucen los temores y esperanzas del colectivo, las desarmonías por la política, la religión, la moral. Un vecindario semeja un país con sus geografías dispares, sus historias diversas, sus manifestaciones culturales. 

En los lugares donde existen los edificios de apartamentos, la interacción se reduce al saludo y a las quejas por el ruido y el desorden. Se incuba allí un estilo de vida en el que cada apartamento representa una isla,  distinto de aquellos pueblos y barrios donde se vive en permanentes intercambios. 


Cada vez mas nos acercamos a estilos de vida en los que la intercomunicación se reduce a frases breves y monosílabos. Cada hogar es un castillo separado por un foso que nos aísla  y nos impide alcanzar una armonía social basada en el diálogo y los acuerdos.

Vivir en vecindad consiste en aprender a preparar el sancocho  con los otros. Vivir en vecindad consiste en reconocer la diversidad de historias en el pequeño espacio del barrio. Un tejido multicolor que nos arropa y nos enseña la gracia de ser con otros.