En esa hora del día en que el cuerpo se prepara para las rutinas establecidas, el clima es benigno y el aire, mas delicado. Hay en el ambiente un paréntesis previo al agite y el ajetreo del resto de la jornada. Momento, único, ritual, en el que preparamos el ánimo y el cuerpo para las faenas cotidianas.
Primero, el baño. ¿Hay acaso costumbre mas íntima y enigmática que el chorro de agua cayendo ligero en el cuerpo, despejándolo de restos de sueños y aventuras? Abandonamos el reino de la penumbra, el paraíso del yo inconsciente; el baño nos permite recuperar la razón, nos prepara el camino para recuperar la energía terrenal y nos regala un pequeño toque de placer presente en el chapoteo sensual que anima cada fibra del cuerpo y nos demuestra que somos seres sensibles, listos a reaccionar ante la caricia del agua.
El segundo ritual es el del arreglo personal. Cremas, labiales, lápices, polvos, masajes, perfumes, lociones, cremas de afeitar. La elección del traje, fundamental. Es un ejercicio estético, mezcla de artista y seductor/a. El desayuno, a diferencia de las otras comidas, es el complemento que incita a abrir la puerta para incorporarse al ritmo pausado o raudo de la dinámica social.
Cuando llegues a tu trabajo, a tu colegio, a tu oficina, recuerda que esas personas con las que compartes buena parte del día- hombres, mujeres- han realizado un ritual cuyos objetivos son saludar el nuevo día y ofrecer a todos la belleza de un engalanamiento para hacer del compartir un acto de alegría y amor.
Yo diria que es nuestro amor propio el verme en el espejo muy agradable y presentsrme agradable a nuestros seres mas queridos que nos rodean.
ResponderEliminarPatticia de Urreta
Muy cierto, Patricia.
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