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sábado, 26 de agosto de 2023

 


EL ARREGLO MATUTINO

En esa hora del día en que el cuerpo se prepara para las rutinas establecidas, el clima es benigno y el aire, mas delicado. Hay en el ambiente un paréntesis previo al agite y el ajetreo del resto de la jornada.  Momento, único, ritual, en el que preparamos el ánimo y el cuerpo para las  faenas cotidianas. 

Primero, el baño. ¿Hay acaso costumbre mas íntima y enigmática que el chorro de agua cayendo ligero en el cuerpo, despejándolo de restos de sueños y aventuras? Abandonamos  el reino de la penumbra, el paraíso del yo inconsciente;  el baño nos permite recuperar la razón, nos prepara el camino para recuperar la energía terrenal y nos regala un pequeño toque de placer presente en el chapoteo sensual que anima cada fibra del cuerpo y nos demuestra que somos seres sensibles, listos a reaccionar ante la caricia del agua.


El segundo ritual es el del arreglo personal. Cremas, labiales, lápices, polvos, masajes, perfumes, lociones, cremas de afeitar. La elección del traje, fundamental. Es un ejercicio estético, mezcla de artista y seductor/a.  El desayuno, a diferencia de las otras comidas, es el complemento que incita  a abrir la puerta para incorporarse al ritmo pausado o raudo de la dinámica social. 

Cuando llegues a tu trabajo, a tu colegio, a tu oficina, recuerda que esas personas con las que compartes buena parte del día- hombres, mujeres- han realizado un ritual cuyos objetivos son saludar el nuevo día y ofrecer a todos la belleza de un engalanamiento para hacer del compartir un acto de alegría y amor.



El emperifollamiento matutino es la constatación del amor por la vida, del optimismo de cada mañana.

 

sábado, 19 de agosto de 2023




LOS NUEVOS REYES DEL MUNDO

 Escucho con atención una charla muy movida sobre inteligencia artificial-IA- en el club de lectura de la Fundación Antonio Romero. Como soy lego en la materia, presto atención a los principales argumentos,  negativos con respecto a esta tecnología. 

El primer cuestionamiento tiene que ver con el hecho de que la IA logrará independizarse del control humano y nos hará seres irrelevantes. En un futuro no lejano, será la IA  la que dirija el mundo. Los humanos seremos una horda de esclavos, sujetos a su  dominio.

El segundo argumento plantea la pérdida de la autonomía y la creatividad humanas, dada la infinita capacidad de la IA para desempeñarse en todos los campos donde hasta ahora ha reinado la especie humana.

El panorama es poco halagüeño y nos ofrece una mirada distópica, como de serie de Netflix. Una humanidad dominada por máquinas, una sociedad carente de iniciativas y sometida a la tiranía de una nueva especie sin biología y sin corazón.


¿Qué haremos cuando las máquinas se tomen el poder y todos dependa del capricho de un robot? ¿Seremos despojados de nuestras pertenencias? ¿se nos privará de las delicias del arte y la buena conversación? ¿habrá elecciones para nombrar a los nuevos amos del mundo? ¿Que pasará con Messi? ¿habrá torneos deportivos entre robots y humanos? ¿Seguirá Amparo Grisales impartiendo su juicio en la tv? ¿Qué pasará con los procesos judiciales de Uribe? ¿obligarán a Petro a llegar a tiempo a sus citas? 

Precavido como soy, me dedicaré, mientras pueda, a mirar arreboles,  cantar boleros,  reírme con los chistes de mis amigos ,  tomarme una cerveza fría, mirar a la vecina del quinto piso, tan bella, leer un libro y esperar la llegada de los nuevos reyes del mundo.



sábado, 12 de agosto de 2023



Verkuyl

foto El País

FOTOS Y MEMORIA

La conjunción de diversos hechos logró la reconstrucción de la vida de una familia holandesa: un obrero italiano apasionado de la fotografía descubre en un mercado online una serie de rollos fotográficos, "impresos pero sin revelar que datan de los años sesenta en Holanda" (Icon,Alessandro Leone,  El País). Luego de la puja, " Pierluigi Ortolano confió los rollos a las hábiles manos del fotógrafo e impresor Franco Glieca, quien, a partir de los aproximadamente 4.000 negativos, reveló la primera de una larga serie de imágenes que contaban la historia de amor de un hombre, Otto Verkuil,  y su cámara, y también el relato de una familia a lo largo de un periodo de probablemente dos años".

Los registros visuales y escritos logran preservar hechos y personajes que de otro modo solo serían recuerdo perecedero.  Ortolano realizó exposiciones de las fotos en diversos lugares y una foto mostraba el nombre de una empresa de autobuses, de uno de los cuales descendía una niña a la que esperaban sus dos hermanas. Esta pista permitió localizar primero a dos de sus hijas y a las nietas hijas de la primogénita. 

La foto de la discordia: una niña baja de un autobús escolar y es recibida por otras dos. La inscripción en la parte trasera del autobús sirvió a Pierluigi Ortolano para empezar a recabar información.

foto El País

Una de las fotos, " permitió a Pierluigi encontrar a Otto en la única foto que lo muestra al otro lado, frente al objetivo, envuelto en un claroscuro que apenas deja entrever su rostro. Era un día lluvioso de otoño y el fotógrafo había llevado a su mujer y a sus tres hijas al circo. Fuera de la carpa, el camino de vuelta al coche estaba sembrado de grandes charcos, pero él no quería que sus hijas se mojaran. Así que decidió quitarse los zapatos y llevarlas, una a una, hasta su destino, antes de que probablemente su mujer le hiciera una foto"

La vida está llena de acontecimientos diversos, de circunstancias múltiples. Difícil captar siquiera una buena parte de lo que constituye la vida de un ser humano y de sus infinitas interacciones.  Los objetos que permanecen guardan pedazos de la historia personal y colectiva  de una persona y avivan el recuerdo y prolongan la existencia de quienes han muerto. 



Y si esas fotos, esos objetos se descubren después de algún tiempo, toca rebobinar y replantear el guion porque aportan elementos que exigen revisar lo escrito y dicho hasta ahora. Ese padre de familia que vivió con su familia hasta cierto tiempo, se marcha un día y luego se descubre un paquete de cartas dirigidas a su mujer y a sus hijos. O unas fotos en las que se llena un capítulo ignorado de él, de ella , lo que implica abrir o cerrar heridas, generar nuevas ansiedades o terminar con el peso de un dolor constante. 

Una foto es una aproximación a la  mortalidad, al deseo de permanecer por siempre. Mirar una foto es actualizar mundos idos, seres olvidados. Es descubrir un palimpsesto cargado de sorpresas, capas de historias que se complementan y contradicen. Mirar una foto es  recordar nuestro carácter mortal. Es comprender el paso inexorable del tiempo y de la fugacidad de la vida.  Es desear no morir.