Pasar por la vida tratando de acercarse a los remansos que ofrece un río agitado, atrapar esos momentos en que la luz vespertina nos ofrece una sensación de plenitud, aterrarnos frente a lo que llamamos presente y futuro, ilusionarnos- y caer- con las promesas de redención y bienestar que ventilan políticos y predicadores, pasar por la vida.
Pasar por la vida intentando mejorar las circunstancias sociales, aferrarse a la familia como un refugio seguro, apostarle al amor, sufrir las penas de las rupturas y los desamores, convertir 90 minutos en una epifanía nacida de un balón de fútbol, lanzarse a las aguas revueltas de la red y asumir la virtualidad como una nueva forma de crear las conexiones de amistad, de goce, desentrabar las amarras de los oficios de todos los días, soñar con paraísos y planear ese refugio en el que por fin seremos.
Dice Juan Villoro que lo único que no debemos perder en la vejez es la admiración por lo que hacen otros, los demás; la admiración es un signo de la vitalidad. Reconocer que después de andar y desandar caminos, de elevar y adorar a ídolos con pies de barro, solo valen la pena los justos que menciona Borges :
Los Justos
Un hombre que cultiva un jardín, como quería Voltaire.
El que agradece que en la tierra haya música.
El que descubre con placer una etimología.
Dos empleados que en un café del Sur juegan un silencioso ajedrez.
El ceramista que premedita un color y una forma.
Un tipógrafo que compone bien esta página, que tal vez no le agrada
Una mujer y un hombre que leen los tercetos finales de cierto canto.
El que acaricia a un animal dormido.
El que justifica o quiere justificar un mal que le han hecho.
El que agradece que en la tierra haya Stevenson.
El que prefiere que los otros tengan razón.
Esas personas, que se ignoran, están salvando el mundo.
Que bueno pasar por la vida recibiendo aunque sea cada vez más ocacional el abrazo fraterno de amigos como tu. Un abrazo Dago.
ResponderEliminarAbrazo correspondido.
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