¿Qué es el deseo?
Se ha ocultado la luna
También las Pléyades
Es la media noche y las horas se van deslizando,
y yo duermo sola.
¿ Y qué es el amor?
Dulce madre mía, no puedo trabajar,
el huso se me cae de entre los dedos
Afrodita ha llenado mi corazón
de amor de un bello adolescente
y yo sucumbo a ese amor.
Es cierto que el amor causa dolor?
Me parece semejante a los dioses ese
hombre que está ante ti
sentado y escucha la preciosa voz
de cerca
y la risa adorable que hace temblar
mi corazón en el pecho,
en cuanto te veo, se me va
el habla,
se me rompe la lengua,
me hormiguea un fuego impalpable,
mis ojos no ven, no oigo
claro,
transpiro de frío, un temblor
se adueña de mí, descolorida
como pasto seco, y me parece
que me falta poco para estar muerta.
Una mujer, hace 1375 años, respondió estas preguntas con la delicadeza y el ingenio propios de una sensibilidad atemporal. Se llamaba Safo, nació en Mitelene, Lesbos, entre 650-610 a.c. y sus poemas resuenan todavía como el viento delicado que acaricia los ocobos y les otorga brillo a sus flores. Se cree que murió en Léucade, en 580 a.C.
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