ACARICIAR EL OÍDO
Las fórmulas mas efectivas para estimular el cerebro son sencillas y solo requieren de nuestra atención: un abrazo amoroso desencadena sensaciones indescriptibles capaces de llevarnos al éxtasis; el encuentro con el paisaje sobrio o exuberante nos aporta dosis justas de equilibrio mental y corporal; y el que quiero exaltar hoy, dicho por Irene Vallejo en charla con Juan Luis Cebrián: ACARICIAR EL OÍDO.
La palabra es el viento que desencadena la tormenta, el aire fresco que baja de la montaña, la quebrada acariciadora. Alguien musita una palabra y una cascada de emociones aflora plena. Muchas veces las palabras son bofetada artera, puñalada trapera. El mensaje violento destroza la armonía y los discursos hegemónicos abren paso a la muerte.
"No es la palabra sino el oído el que empieza la conversación, dijo alguien. Escuchar es requisito ineludible para propiciar la belleza de palabras enlazadas que transforman nuestras vidas. Alguien enuncia un mensaje y un oído presto abre la puerta por la cual penetran las sensaciones mas formidables. El oído es el camino de la imaginación, el sendero que conduce al reino de la creación.
El regalo mas hermoso y sencillo que se puede dar a un niño consiste en acariciar la lámpara de los relatos infantiles-clásicos y modernos-, en relatar el sinfín de historias tejidas a lo largo del tiempo por mujeres y hombres, en describir las aventuras cotidianas en las que las proezas de seres comunes dan pie para soñar y sentir al calor del espacio hogareño.
Nada mas gratificante que un encuentro en el que los relatos se suceden uno a otro, adobados por la amistad, una bebida caliente o espirituosa, un plato de comida y el encanto de saber que nada mejor en la vida que la comunión otorgada por el tejido de relatos que acarician nuestros oídos.
Acariciar el oído es ejercicio vital, propio de seres ansiosos de libar el néctar de las emociones que producen el sinfín de historias viajeras.
No hay comentarios:
Publicar un comentario