Pasan por la bondad y el asombro. Y la dulzura. Sin las credenciales de poeta, provisto apenas del deseo de desvelar aquellas zonas de generosidad, asombro, ingenio, solidaridad, apabulladas por la maldad y la codicia, manifiesto:
"A quien tiene hambre, dadle medio pan y un libro", escribió García Lorca. Que tan valiosa es la panza como el espíritu. Ríos de palabras hiladas que componen el tejido de nuestros sueños. Océanos de historias como alimento perenne, maná salvador atento siempre a colmar las esperanzas humanas.
"A veces insistimos en ver la paja en el ojo ajeno y no vemos las montañas, los campos y los olivares", escribió Paulo Coelho. Aun el rascacielos mas elevado no alcanza a hacerle sombra a las montañas de mil colores.
Las risas de los niños. Calmante permanente de las penas, paraíso del asombro. Las risas de los niños.
Los estudiantes, con sus maletas cargadas de sueños.
Los amigos, que se atreven a dotar de narrativas y afecto los encuentros.
Mis mejores versos, pintados de bondad. La bondad como pasaporte a la solidaridad y la comprensión.
Las rabias, los odios, a ratos. Señal ineludible de nuestra condición humana.
Mi país, que lo imagino sin fronteras, generoso, dispuesto a regalar al viajero la suavidad de sus riachuelos y el encanto de sus barrios.
Es una plastilina que adopta las formas del corazón del artista. La familia. Refugio seguro, oasis en el trayecto inseguro y cambiante de la vida.
El mejor verso se llama asombro. La pluralidad de voces y emociones, el prodigio de encarar día a día la vida con la ilusión de lograr un sueño, de brindar apoyo a los que amamos.
Las manos que muelen el maíz, que empuñan la herramienta y que jamás desfallecen, el corazón rebosante de energía y ternura para sostener a los que aman.
La avalancha de solidaridades ante las tragedias. Son millones en el mundo los que se quitan el pan de la boca para compartirlo con quien tiene hambre.
Miro hacia atrás y diviso un sendero fragoso, lleno de dificultades y una luz que se obsesiona con el verde esplendente de las montañas de mi Guaduas. En cada tramo el sudor y las incertidumbres, en cada paso la esperanza y el anhelo de descubrir las maravillas de una esfera tan llena de misterios, de provocaciones.