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sábado, 27 de febrero de 2021



A CONTAR ESTRELLAS

 ¿Por qué hay tantas estrellas en el cielo? Esta y otras preguntas se las hicieron los últimos pastores del Pirineo vasco, en la película de Oscar Alegría, Zumiriki. " Como un náufrago en una isla de recuerdos, Alegría convoca desde el bosque de su infancia a los árboles, a los animales, a los últimos pastores y a las palabras perdidas...Ancianos con voces de otro tiempo que recuerdan el abrazo de una madre y sus canciones ("yo la quería muchísimo a ella y ella a mí" dice a oscuras un pastor), que se preguntan por qué hay tantas estrellas  en el cielo, que hablan del color de la muerte o que describen la visión del monte cubierto por un manto blanco de nieve y silencio, donde solo queda la niebla, pero ni rastro del perro, del rebaño o de ellos mismos" (La memoria filmada por un náufrago ,Elsa Fernández Santos, Babelia).

Hoy miramos poco el firmamento debido a la luz artificial de las ciudades. No hay tiempo para levantar la vista y perderse por un instante en la belleza plena de la bóveda celeste. La luz artificial prolonga el día, se erige altanera frente al manto oscuro de la noche y en vez de reposo incita al movimiento incesante.


Yo conocí a una joven enamorada a quien su amado le había indicado que en su ausencia lo buscara en el cielo, en una estrella y él le haría guiños  desde la inmensidad de la noche. Otros piensan que es el camino iluminado que conduce a Dios.  Para un físico, "una estrella es considerada por los expertos como una esfera luminosa de plasma, la cual mantiene su forma como resultado de su propia gravedad" (Wikipedia).  

Las estrellas son luciérnagas  juguetonas. Emiten una luz propicia para soñar y desprenderse por un instante de las ataduras de la cotidianidad.  Tienen la facultad sobrenatural de arrancarnos de la procacidad de los afanes humanos y recordarnos que somos, como ellas, a la vez eternas y efímeras. Tan lejanas y tan cercanas que solo se comprenden desde la lógica de la emoción. 

¿Por qué hay tantas estrellas en el cielo? 



sábado, 20 de febrero de 2021


Pierre August Renoir, pintor impresionista - YouTube

LA NOCHERA

Así las llamaba mi inolvidable amigo, Adriano Madariaga. La nochera es una mujer para quien el día comienza en la noche, la enamorada de las penumbras de seda, de las luces y el desenfreno. La nochera, mujer fatal, antagonista de la mujer virtuosa.

La nochera descubre los secretos del alma humana entre copa y copa. Como lo doméstico no es lo suyo, se mueve de igual a igual  entre hombres seducidos por su desenfado y libertad.

Rendijas para Dios en el huracán Chavela Vargas

Placer nocturno en medio del humo de cigarrillos, risas plenas y erotismo sin cadenas. La música es variada como los concurrentes al templo coronado de guirnaldas. Ella no se somete a los gritos destemplados de machos de pelo en pecho, se ríe de los relatos de ficción de machos acongojados ante sus movimientos de mujer libre y  decide sin pedir permiso  a quien seducir.


Maria Félix, La Doña, amores y carrera en el cine

Las nocheras, a pesar de lo que podamos pensar, abundan como la verdolaga. Son secretarias, estudiantes, policías, vendedoras, ingenieras, conductoras, cocineras, médicas, amas de casa, poetas. No necesitan pasaportes ni permisos para existir. Saben que el nombre dado a ellas es invención masculina, arrebato erótico y censura  religiosa. 

Valientes, han dado un vuelco a la semántica de un término cargado de deseo masculino y moral católica. Para ellas, nochera es sinónimo de emancipación, de libertad.



sábado, 13 de febrero de 2021




 DE LA BREVEDAD Y OTRAS COSAS

A algunas personas las atropella la cascada impetuosa de las palabras, la retórica hecha emoción. A otros, los silencios, las pausas, las frases breves  son el ritmo perfecto para manifestar sus emociones. Lo barroco y lo minimalista. 

                                                                                                          Museo de Emily Dickinson

 ¿Es mejor  la una que la  otra? No me lo parece. He escuchado y leído torrentes de palabras que se ensartan perfectas en la trama del relato. He oído y leído textos, frases breves de una contundencia y eficacia, como un mazazo en la cabeza. Antonio Muñoz Molina escribe en El País de España:

La brevedad entrecortada y telegráfica de un poema de Emily Dickinson es y no es el reverso de las amplitudes fluviales de Walt Whitman. En los versos de Dickinson, y mas todavía en sus cartas, la concisión deja entrever secretas erupciones. En su retiro de Amherst, en el espacio confinado de su jardín, Dickinson está tan abierta a la percepción del mundo como Whitman en sus caminatas de pionero por Nueva York. Y en las cataratas verbales de Whitman, que parecen dictadas por el puro brío y el entusiasmo físico de caminar entre una multitud, no hay ni un residuo de palabrería, ni de vaguedad ni de autoindulgencia: tantas palabras en apariencia arrojadas al azar están cada una en su sitio. En el caleidoscopio innumerable de sus imágenes de América y de sí mismo.



En la cotidianidad, aprendemos pronto a identificar a las personas por su relación con la locuacidad o el laconismo. Y al igual que en el ejemplo de Muñoz Molina, todo depende de quién sea el portador del mutismo o  de la verbosidad. En todo caso, nada mas grato que escuchar a quien tiene el don de la palabra, al igual que no hay mensaje mas contundente que el silencio.

 Woody Allen, el director de cine norteamericano, es maestro de la ironía en pequeñas frases. Veamos: 

Si quieres hacer reír a Dios, háblale de tus planes. 

Parece que el mundo se dividió en personas buenas y malas: las buenas dormían bien, mientras que las malas disfrutaban de la vigilia.

Si los seres humanos tuviésemos dos cerebros, seguro que haríamos el doble de tonterías.


                                                                                              Parque Walt Whitman, Downtown Brooklyn

¿El cerebro? Es mi segundo órgano favorito.

Odio la realidad, pero es el único sitio donde se puede comer un buen filete.

El sexo sin amor es una experiencia vacía; pero como experiencia vacía, es una de las mejores.

Lo quiero como a un hermano: como Caín a Abel.

Brevedad y verbosidad están ahí, nos abren o cierran caminos, nos ofrecen paraísos de abundancia o desiertos de inmensidad. Dos maneras de llenar los vacíos de la razón.

sábado, 6 de febrero de 2021


 GARCÍA MARQUEZ EN UN DÍA DE LLUVIA

Hay días tan oscuros que nos entristecen y nos conducen a pensamientos lúgubres, cuestión por cierto inevitable, ya que estamos hechos de un material sensible a los cambios inesperados, a los avatares del diario vivir. En mi caso, descubrí hace muchos años una terapia infalible- para mí-, la que me ha acompañado siempre en esos momentos grises. La he llamado "García Márquez en un día de lluvia", apropiándome del nombre que encontré en una de mis lecturas.

Cuando la maldad de los malos se cierne como una nube negra que amenaza el bienestar de los desvalidos, cuando la codicia se apropia de los bienes dirigidos a los menos favorecidos, cuando el destino de la humanidad depende de empresarios avariciosos, aparte de la protesta y el rechazo, ah bueno que es pensar en Macondo, aquella "aldea de veinte casas de barro y cañabrava construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos".


No es que la obra de García Márquez sea un canto de cisnes, una apología de la bondad humana. Por sus páginas desfilan personajes de crueldad desmedida, acciones violentas, incesto, guerras civiles, y cretinos de talla mayor. Es, en cambio, un tono tan particular, una experiencia de los sentidos en los que el empeño humano, la alegría desbordada, la pasión que compite con la exuberancia de la naturaleza, la vida comunitaria que lucha contra las adversidades  nos ofrece el aroma de un mundo donde nada permanece quieto, y el solo hecho de existir constituye una fiesta. 

A mí me acompaña siempre el ritmo alegre de los vallenatos que son la música de Cien Años de Soledad. Vallenatos nacidos de la creatividad de campesinos iletrados, con la sabiduría   adquirida en las sabanas extensas por donde camina Matilde Lina, la que cuando camina hasta sonríe la sabana, como cantó el juglar ciego Leandro Díaz.

Siempre tengo presente  en mi cabeza el sol canicular de mi país, el verde que es de todos los colores, el aroma de la guayaba- al que le añado el del café-, la sensualidad de hombres y mujeres, la alegría perpetua en medio del caos, los olores de mi tierra- a los que cantó Pablo Florez-,la música y el baile como recursos infaltables  para los encuentros de amigos, el gusto por la conversación y la mamadera de gallo, la bondad y generosidad de los menos favorecidos.

 Así que mi remedio infalible contra la tristeza se llama "García Márquez en medio de la lluvia".