TURISMO Y DESARROLLO SOSTENIBLE
De las visiones idílicas del viaje a las hordas de turistas que recorren el mundo. De las aventuras para descubrir nuevos lugares al embotellamiento y el agobio de los viajeros contemporáneos. Del viaje como exploración, huida y conocimiento al narcisismo de los selfies y el turismo organizado. Un camino tormentoso que promete complicaciones."Hay tantos turistas que los leones de Serengueti sufren de depresión porque carecen de la soledad que en otro tiempo disfrutaron", nos dice Juliana González en "La invención del viaje".
Los residentes de lugares como Venecia, Barcelona, Roma y tantos otros lugares del mundo exigen a sus autoridades mayor control ante la arremetida de turistas dispuestos a contaminar y dañar lugares emblemáticos. Reclaman piedad ante la especulación inmobiliaria de empresas como Airbnb, que elevan los precios de los arriendos al punto de obligar a los nativos a abandonar sus lugares de origen. La dentrificación expulsa a los locales y convierte zonas tradicionales en espacios exclusivos para compradores acaudalados. El ruido y los desórdenes en locales y vías públicas afecta la vida de la comunidad. En aras de un falso progreso se pretende destruir buena parte del patrimonio arquitectónico de los lugares para construir adefesios cuya única finalidad es generar ganancias económicas.
Muchas poblaciones, regiones y países le apuestan al turismo como eje de desarrollo económico y social. El turismo se convierte en industria de gran calado y todos aspiran a tener una tajada en un negocio lucrativo. En algunas regiones, los nativos se organizan y ofrecen servicios a los turistas. En otros, la población local acude al rebusque como una manera de pellizcar el billete de los turistas.
Es loable el empeño de asignarle al turismo un lugar destacado en los planes de desarrollo de los municipios, regiones y países. La cuestión básica consiste en preguntarse qué tipo de turismo se desea, cómo conciliar el turismo masivo y el cuidado del medio ambiente, cómo proteger a la población local del aumento en los costos de servicios, vivienda, la inseguridad, el riesgo de la prostitución y el tráfico de drogas y lo mas importante, cómo vincular a organizaciones sociales y comunitarias en proyectos productivos atractivos para el turismo.
Una tarea ineludible consiste en aprender de experiencias cercanas y lejanas para no cometer los mismos errores: Getsemaní, en Cartagena es un ejemplo de gentrificación: se desalojó a la población nativa y hoy es un barrio turístico lleno de hostales, bares, restaurantes, hoteles en manos de inversores foráneos y con una problemática que ronda el código penal- prostitución infantil, tráfico de drogas ilícitas, riñas, violencia-.
En cambio,en el golfo de Tribugá, en el caserío de Coquí, existe una comunidad liderada por mujeres afrodescendientes, las que se han empoderado y han emprendido un proyecto social, "Zotea", "para dinamizar la zona a través de la gastronomía", con el apoyo de la fundación Funleo, dirigida por la destacada cocinera colombiana, Leonor Espinosa:
Un restaurante en el paraíso? Más que eso: esta bella casa de comidas a pie de playa construida en madera por los hombres de Coquí, a los que dieron formación como albañiles o carpinteros, toma el nombre de las canoas en desuso que descansan elevadas sobre finos troncos, las zoteas, en las que las mujeres cultivan plantas para cocinar y para elaborar remedios que, dicen, lo curan casi todo. El proyecto es parte del Centro Integral de Gastronomía Zotea Coquí, Chocó.
La idea es convertirlo en motor para el desarrollo de la zona, que poco a poco ha de ir creciendo en infraestructuras para acoger a un turismo colombiano e internacional que quiera dejarse seducir por el paisaje y por su propuesta: comer en el restaurante o apuntarse a un día de clase de cocina, tener la selva a tiro de piedra, el aliciente del avistamiento de ballenas o simplemente un paseo en canoa entre la calma de los manglares, por donde se llega al pequeño cementerio en el que entierran a sus difuntos. Pero también visitar a los cultivos de ingredientes que la comunidad produce y envasa o el invernadero junto al restaurante(La Vanguardia).
La idea es convertirlo en motor para el desarrollo de la zona, que poco a poco ha de ir creciendo en infraestructuras para acoger a un turismo colombiano e internacional que quiera dejarse seducir por el paisaje y por su propuesta: comer en el restaurante o apuntarse a un día de clase de cocina, tener la selva a tiro de piedra, el aliciente del avistamiento de ballenas o simplemente un paseo en canoa entre la calma de los manglares, por donde se llega al pequeño cementerio en el que entierran a sus difuntos. Pero también visitar a los cultivos de ingredientes que la comunidad produce y envasa o el invernadero junto al restaurante(La Vanguardia).
Defender la riqueza natural e histórica de los lugares, la complejidad de la arquitectura patrimonial, la diversidad de frutas y plantas, la riqueza de las costumbres y tradiciones locales y la exuberancia de los paisajes debe ser el criterio para definir un proyecto turístico sostenible.
Que Guaduas sea un ejemplo de convivencia y armonía entre los intereses por desarrollar la industria turística y la necesidad de proteger a su gente y a su entorno.
Que Guaduas sea un ejemplo de convivencia y armonía entre los intereses por desarrollar la industria turística y la necesidad de proteger a su gente y a su entorno.