EL MACHISMO INTERIOR

Leo en El Tiempo : "tengo que seguir aprendiendo a ver lo inapropiado del machismo en mi interior.(Juan Diego, mentor de Javier Bardem en  "Un macho ibérico en la era del #me too").

La alegría del hijo que se espera, la elección de las prendas en uno de dos colores: rosado y azul. Así, desde que nacemos, aprendemos a diferenciar los géneros, cuestión nada gratuita,  pues desde tempranas edades se nos inculca e inculcamos funciones propias de niñas y niños. Aun existe la costumbre de regalar carros a los niños y muñecas a las niñas, cocinas a estas y balones a los chicos.

Los oficios de la casa se reparten de acuerdo con el género: cocina, aseo a las niñas, mandados a los niños. Esta costumbre está desapareciendo, por fortuna. Las groserías son propias del género masculino. A las mujeres no les va bien. El niño desde que camina es un macho cuyo espacio natural es la calle. A las niñas, el reducido ámbito de la casa.

Si le hubiera cortado las alas/habría sido mío/ no habría escapado/ pero así/habría dejado de ser pájaro /y yo amaba el pájaro.(Mikel Laboa).

El cuerpo se vuelve un misterio a medida que los niños crecen. La desnudez va asociada con el sexo, por lo que desde pequeños se generan situaciones ambivalentes: exaltación desmedida de las actitudes de los niños- es enamorado, es coqueto- y represión a las niñas- tan lanzada desde chiquita-. El cuerpo es pecaminoso, objeto de deseo y censura. Puta, virgen.

ES NECESARIO

Es necesario/revertir el hechizo/ ese que borra a las mujeres/ de los libros de historia/ de las esferas de poder/ de las antologías. 

Ese / que las encierra/ ente cuatro paredes/ con solo/ colocarles un anillo.

(Guisela López)

El puño es muestra de masculinidad; la patada, la ofensa son asuntos de hombres.  Se enseña a los niños a responder y a obrar de manera agresiva. Las repuestas violentas y las groserías en las mujeres, censurables. 

En la escuela, los niños cargan objetos, las niñas barren , trapean y decoran. A los niños se les da trato de persona independiente; a las niñas, se las educa en la dependencia. Los manuales escolares privilegian a los niños; de las niñas se exigen  comportamientos  "decentes".  La religión aporta su granito de arena y la noción de mujer virgen, abnegada se impone.

De adolescentes, el chico es un conquistador, la joven un objeto de deseo.  La chica existe para agradar al hombre y comportamientos similares se evalúan distinto: es un verraco, tiene muchas novias; va para puta, le gusta pelarles la muela a los hombres. La posesión es el concepto que determina las relaciones afectivas. "Si no es para mí, no es para nadie", así que un poco de ácido en la cara, una golpiza, una puñalada, un asesinato son la respuesta de un hombre despechado.

Una mujer extraordinaria, la mas grande poeta latinoamericana, sor Juana Inés de la Cruz, escribió:  

Hombres necios que acusáis/ a la mujer sin razón/ sin ver que sois la ocasión de lo mismo que culpáis/ si con ansia sin igual solicitáis su desdén/¿por qué queréis que obren bien/ si las incitáis al mal?  

La mentalidad patriarcal pervive todavía, oculta y lista a saltar cuando se trate de darles lecciones  a las mujeres. Así que la tarea mas urgente consiste en desterrar de nuestras vidas el machismo interior, ese monstruo que nos  habita y niega los derechos de las mujeres.

MUERDE LA MANZANA

No dormirás/ es solo un cuento/ que inventaron los enanos/ para no perder "su paraíso"(Guisela López).

Y si bien es cierto que están cambiando las cosas- Los niños asumen responsabilidades en la casa, aprenden a cocinar y a realizar oficios caseros-, en el competido mundo las mujeres ganan menos, trabajan mas; la calle es un bosque lleno de peligros, la casa es trabajo complementario  al trabajo de la oficina o la fábrica, los hombres deciden en los parlamentos sobre el cuerpo, el tiempo y el deseo de las mujeres.

Creemos que otro mundo es posible/ un mundo con miradores de sol/

en el que las niñas y los niños/ puedan jugar la misma ronda/ recorrer los prados/ cantando mil canciones/ y bebiendo agua clara de los manantiales (Guisela López).