DE VELORIOS Y ABALAOS
Los alabaos son cantos funerarios que se interpretan la última noche del duelo, y acompañan a las oraciones en la región del Pacífico, "con el fin de ayudar a las almas a hacer su tránsito hacia el mundo de los muertos"(Arcadia).
BÁRBARA BENIGNA
bella labradora.
Boca de rubíes
ojos de paloma
dicen que vos sos
de las tres personas.
Los alabaos son la comunicación de un ritual que "empieza incluso antes de la muerte, con uno de los gestos mas bellos: el de rodear a los enfermos graves". "El antropólogo Jaime Arocha lo explica así:
Cuando la persona se enferma gravemente y sus seres queridos intuyen la muerte, la comunidad no lo aísla. Todo lo contrario: empieza a rodearla y le ofrecen sus alimentos predilectos. Las personas la acarician, la bañan con hierbas especiales, de acuerdo a su dolencia: en general le muestran todo su afecto". Esa etapa se llama "agonía" y termina con la muerte de la persona" (La Despedida, Arcadia, Catalina Villa, 2018).
El fallecimiento de una persona se convierte así en una cuestión de solidaridad: "Con la defunción se revela otra clave de estos rituales fúnebres: el sentido de pertenencia de los pobladores en relación con sus comunidades y los roles que cada uno asume de forma espontánea y entusiasta en los rituales".
A medida que las sociedades se integran a los modelos capitalistas mas avanzados, el individualismo echa por tierra prácticas en las que la solidaridad colectiva es el valor supremo de la vida en comunidad. En contextos urbanos, con actividades económicas en las que las nuevas tecnologías y las demandas a gran escala exigen formas de organización distintas, las solidaridades se asumen desde el consumo y nuevas formas de representación adquieren el carácter líquido y cambiante de las sociedades globales.
En las inmensidades de la selva y el mar, entre ríos y montañas majestuosas, comunidades olvidadas y sometidas al hostigamiento y la violencia de grupos armados son capaces de generar belleza, solidaridad y alegría en medio de conflictos motivados por la codicia de empresas, grupos armados y rebuscadores de todos los pelambres. El mayor tesoro de nuestro país radica en su diversidad en todos los ámbitos: regionales, étnicos, sociales, culturales. Su mayor reto: hacer de la inclusión un asunto en el que tanta diversidad se manifieste a través del bienestar económico, social y espiritual.
Hemos sido muy pacientes
en espera de respeto
pero cada día que pasa
la esperanza es muy poca
pero hoy yo te lo juro
Timbiquí, que no hay de otra.
(Teresa de Jesús Vente Ferrín, Arcadia)
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