LAS NOCHES TODAS
La lectura de "Las noches todas", la novela de Tomás González trajo a mi memoria un relato, "Al norte la montaña, al sur el lago, al oeste el camino, al este el río", de Lázló Kraznahorkai, el afamado escritor húngaro. El nieto del príncipe de Genji va en busca del jardín mas hermoso del mundo. Arriba a un monasterio en Kioto:
Camina por todo el recinto del monasterio como movido por una fuerza exterior. Una construcción sutil ha dado froma a la natruraleza, cada cosa tiene su lugar y cada forma su significado. Y así se desplaza una mirada sobre la naturaleza, sobre las plantas, el viento y los pájaros, pero también sobre la arquitectura, las pagodas, las terrazas y los patios "(comentario en la solapa del libro).
El personaje de "las noches todas", Esteban Latorre se ha pensionado hace dos años, y se ha retirado a su aprtamento: "me daba por fin el lujo de pasar días enteros sin oír mi propia voz, y habría querido dejar de oír también las voces lejanas de la calle y de los apartamentos vecinos". Pasan dos años de vivir aislado, con visitas esporádicas a la familia, lecturas interminables, una lección semanal de yoga, silencio y la aparición del aburrimiento. Decide entonces comprar una casalote en "el límite de del casco urbano de una ciudad colonial por la que había sentido siempre mucho afecto" y emprende la tarea de construir un jardín, cuya característica es semejar el caos.
En la historia conviven varios personajes: su vecino rico, el yerno ambicioso y traqueto de este hombre, quien decide cortarle el paso de una quebrada por la finca de Esteban, y la presencia invasiva de una mujer hermosa, su ayudante de jardín y quien poco a poco se va adueñando de otros oficios y de su interés erótico.
El relato muestra la tensión existente entre el deseo de Esteban por convertir su finca en un jardín exuberante, sin reglas y la presencia invasora de otros personajes que como maleza recomponen y se adueñan de los paisajes ineriores y exteriores.
La belleza expresada por el jardín semeja un camino de espinas. Todo intento de recomponer su espacio sufre las alteraciones de la convivencia. Belleza cercana al silencio y a la soledad; interacción como el azar que altera nuestras vidas.La perfección se mancha con el sudor de los vecinos y la calma es apenas una tregua breve en el anárquico y ruidoso mundo real.
¿Qué queda de los empeños de cada día? ¿cuánto duran la emoción y la sorpresa? ¿estan nuestros sueños y empresas destinados a ser borrados por la marcha inexorable del paso del tiempo?
Esta novela es bella por lo que cuenta y por cómo lo cuenta, y es bella porque indaga sin compasión por la existencia, la vejez, la muerte, la soledad con la pericia de un jinete curtido en las labores difíciles de transportar ganado por sabanas extensas y solitarias.
La vida es un mandala, "un jardín que se dibuja y borra solo".