ENERO
Del dios de las puertas, los portones, los principios y finales, Jano, se deriva el nombre del primer mes del año. Numa Pompilio, segundo rey de Roma, fijó los meses de enero y febrero-hasta entonces el año se contaba a partir de marzo-, en el siglo VIII a.c. A Jano se le representa con dos rostros.
Existen tradiciones relacionadas con este mes: las cabañuelas, predicción meteorológica en campos de América Latina y España, basada en la observación de las variaciones del tiempo durante los primeros doce días del mes. Según el comportamiento del tiempo cada día, así será su mes correspondiente. Muchos creen que el primer domingo de enero es de mala suerte, por lo que conviene tener cuidado con viajes, negocios, amores. Existe un dicho muy antiguo que se usaba cuando una mujer resultaba embarazada sin haberse casado: "salió con su domingo siete".
Enero mira nostálgico el mes que ha pasado, diciembre; turbado y desconcertado al que sigue, febrero. Todos somos dioses janos atormentados por el vendaval de gastos, los males del cuerpo causados por los excesos y el terror por los gastos que se aproximan. No hay escapatoria: la euforia, la ansiedad de diciembre es reemplazada por los sudores, temblores, insomnio y depresión de enero.
A pesar de los consejos de sabios acerca de cómo vivir mejor estos meses, nos olvidamos de toda previsión y vivimos el día con locura, con efervescencia. Hay en el aire de diciembre luz, alegría, esperanza. Llegado enero, el cielo se llena de nubarrones y nos alistamos a sufrir el vendaval.
Solo queda la resignación. Llegará febrero, estaremos mas aclimatados, en marzo habremos asimilado todas las alzas e impuestos y todo vuelve a la normalidad.
Así comprobamos que todo es cíclico y que nuestras costumbres son réplica de la sucesiones de lluvia y de sol.
No hay comentarios:
Publicar un comentario