MI COMPAÑERA PERMANENTE
Son las 2 de la madrugada. El sonido a alto volumen de un equipo de sonido me despierta. Suenan rancheras acompañadas de gritos y risas." Le faltan horas al día para seguirnos queriendo", dice una canción. -Paciencia,-me digo e imagino la escena. Un grupo de amigos en la sala de una casa, borrachitos, ejecutan la última escena de una farra que se ha ido de tiro largo. Sé que en muchos lugares de Colombia se rematan las parrandas con rancheras, epílogo melancólico de una jornada en la que se han sucedido sin interrupción las risas, los gritos, los llantos, las quejas, las declaraciones de amor y amistad y en ocasiones, el bonche.
Me cuenta un amigo insomne que escucha programas radiales de música en la madrugada. En su lecho de noctámbulo siente la música de manera diferente. Creo interpretarlo si digo que a esas horas la vida parece tener otros propósitos y la mente divaga por caminos de trocha. ¿Cuántos como mi amigo encuentran en esos momentos el refugio para resguardarse de los demonios diurnos?
Hoy, que existen tantas posibilidades de escuchar música en gadgets sofisticados y de fácil adquisición, la extensión de la música como acompañante permanente es un hecho. A veces nos sorprendemos los maestros porque el chico que parece escuchar con tanto interés la clase tiene ocultos unos micrófonos entre su cabello. Lo delatan sus ojos porque traslucen la emoción que le producen las notas exclusivas para sus oídos.
La música es la encantadora infalible cuyos filtros mágicos son los sonidos que nos seducen y enamoran. Leo en la prensa que Leonardo Fabio, el cantautor argentino, ha muerto. "Hoy corté una flor/ y llovía, llovía/ esperando a mi amor/ y llovía, llovía/ presurosa la gente pasaba y corría/ y desierta quedó la ciudad pues llovía".Converso con una amiga. Me dice que está triste. Leonardo Fabio fue la voz que le contó de manera bella qué era el amor. Recuerdo a un chico, afectado por la muerte de Kurt Cobain. Un lazo invisible se había cortado, las amarras que lo mantenían atado a un mundo irreverente se habían soltado. El bote a punto de naufragar.
De los lenguajes humanos, el de la música me parece el más bello y democrático. La música desconoce las fronteras, y cualquier ambiente le es propicio. Además, le encanta mezclarse sin escrúpulos. A mí, que me gusta tanto la música del Caribe, me fascina la mezcla de ritmos provenientes de regiones remotas del África que se mezclan con las músicas provenientes de España que a su vez han bebido de los sonidos de del Medio Oriente que...Y así como un ritmo viaja en barco o en avión, sobre el lomo de un camello o de un caballo y se instala cómodo en paisajes nuevos, a su vez se produce un recorrido inverso: la música de Cuba influencia las música africanas y las estadounidenses.
Tiene la música la facultad de atravesar las fibras mas sensibles de nuestro cuerpo. Estimulante sinigual, aviva el cerebro, nos eleva a estados de perfecta armonía, y conduce nuestras emociones por caminos de euforia y sosiego. Cada ser humano lleva a cuestas ritmos que traducen sus emociones y se convierten en símbolos de identidad. En mi caso, el vallenato de los juglares que reportearon la vida cotidiana de aldeas y veredas de la costa Atlántica está ligada a mi experiencia amorosa, a mis momentos de expansión y goce con mis amigos. ¡Y qué decir del bolero, que disfruto tanto con Laura!
Allá por los años 70 del siglo pasado tuve la suerte de descubrir la música brasilera, la de Chico Buarque, Vinicius de Moraes, Tom Jobin, María Betania y tantos otros, que junto con el boom literario de América latina me embrujaron y sedujeron al punto de seguir gozándola sin límites. De la mano de la música caribeña-a la que se unió la salsa de Nueva York- inicié un viaje intelectual y sensual por las regiones y culturas de América latina, travesía que me condujo a Los Estados Unidos y a su música esplendorosa.
En esta etapa de mi vida sigo disfrutando de estas músicas y he incorporado una nueva curiosidad: las músicas del mundo- que procuro conseguir gracias a sellos como Putumayo-, las que me brindan la alegría de gozar los sonidos de regiones como Turquía, India, las tierras del té y del café, Arabia, Rusia,etc. Una voz en particular me atrajo desde el momento en que la escuché: Cesaria Evora, la voz emblemática de Cabo Verde. Descalza, desgrana ante el público historias sencillas con el aura de una voz hecha de tierra y sol, de agua y saudades.
La música es mi compañera permanente, mi dosis personal de alegría, mi alcahueta incorregible.
De los lenguajes humanos, el de la música me parece el más bello y democrático. La música desconoce las fronteras, y cualquier ambiente le es propicio. Además, le encanta mezclarse sin escrúpulos. A mí, que me gusta tanto la música del Caribe, me fascina la mezcla de ritmos provenientes de regiones remotas del África que se mezclan con las músicas provenientes de España que a su vez han bebido de los sonidos de del Medio Oriente que...Y así como un ritmo viaja en barco o en avión, sobre el lomo de un camello o de un caballo y se instala cómodo en paisajes nuevos, a su vez se produce un recorrido inverso: la música de Cuba influencia las música africanas y las estadounidenses.
Tiene la música la facultad de atravesar las fibras mas sensibles de nuestro cuerpo. Estimulante sinigual, aviva el cerebro, nos eleva a estados de perfecta armonía, y conduce nuestras emociones por caminos de euforia y sosiego. Cada ser humano lleva a cuestas ritmos que traducen sus emociones y se convierten en símbolos de identidad. En mi caso, el vallenato de los juglares que reportearon la vida cotidiana de aldeas y veredas de la costa Atlántica está ligada a mi experiencia amorosa, a mis momentos de expansión y goce con mis amigos. ¡Y qué decir del bolero, que disfruto tanto con Laura!
En esta etapa de mi vida sigo disfrutando de estas músicas y he incorporado una nueva curiosidad: las músicas del mundo- que procuro conseguir gracias a sellos como Putumayo-, las que me brindan la alegría de gozar los sonidos de regiones como Turquía, India, las tierras del té y del café, Arabia, Rusia,etc. Una voz en particular me atrajo desde el momento en que la escuché: Cesaria Evora, la voz emblemática de Cabo Verde. Descalza, desgrana ante el público historias sencillas con el aura de una voz hecha de tierra y sol, de agua y saudades.
Dago! Qué hermoso texto. Ahora que me encuentro en otras latitudes, la música no es solo compañera sino también alimento para el alma. Cuando miro por la ventana y veo cómo la oscuridad vence al sol siendo tan sólo las cuatro de la tarde, la música me permite evocar los incontables días soleados que he disfrutado a lo largo de mi vida. De este modo, se convierte en una suerte de alquimia que me permite transmutar la natural tristeza que siento, como habitante del trópico, cuando afuera todo está oscuro y no para de llover. Gracias por recordarme a Cesárea Évora, a quien estoy escuchando mientras escribo. Un gran abrazo!
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