LA HIJA DEL SEPULTURERO
Joyce Carol Oates, en LA HIJA DEL SEPULTURERO, desarrolla una historia compleja en la que la búsqueda de la identidad se realiza en un recorrido tortuoso por diversos lugares de América. Rebeca, Nacida en un barco que arriba a Nueva York desde Alemania, vive con su familia la suerte del inmigrante cuya existencia se debate entre la pobreza y la exclusión. Su padre, profesor de un colegio en Alemania, sólo encuentra trabajo como sepulturero en Chautaqua Falls, al norte del estado de Nueva York.
Ana, su madre, reducida a las dimensiones de una casa pobre, con la prohibición expresa de su marido, Jacob Schwart, de hablar alemán, sólo logra murmurar los sonidos del miedo que él le genera. En un proceso de deterioro físico y mental, la familia Schwart sufre el desprecio, la burla y la agresión de los pobladores de aquel lugar. Jacob desea ocultar, borrar su pasado y destierra el alemán de su casa, inculca a sus hijos, Herschel, Gus y Rebeca la desconfianza por las religiones, las personas y los somete a torturas físicas y mentales.
El olvido de lo que quedó atrás parece imponerse, hasta el momento en que Herschel ataca a unos jóvenes que habían profanado el cementerio y habían pintado esvásticas en las paredes. Luego, su padre acude a sus pocos ahorros, compra una escopeta y mata a un visitante furioso. Luego, asesina a Ana y se descarga un tiro en la cabeza. Junto a él, Ana, impotente, sólo es capaz de percibir la sangre que empapa su ropa.
A partir de ese momento, inicia Rebeca un viaje por lugares y personas, tratando de borrar todo vestigio de sus vidas pasadas. Rebelde, huye de su tutora, la señora….., dogmática en sus creencias religiosas. Trabaja en un hotel y allí conoce al hombre con el cual tendrá un hijo: Tignor Miles, quien se presenta como agente viajero de una cervecera. Hombre violento, posesivo, logra seducirla y tienen un hijo, Tiles.
La violencia que ejerce Tignor contra Rebeca y su hijo tiene su punto culminante cuando intenta matarlos a ambos. Rebeca huye, y decide cambiarse su nombre: HAZEL JONES, nombre que utilizó un hombre que la abordó un día. A partir de ese momento, Rebeca esconde su pasado y evita el contacto cercano con otras personas. Un hombre la ayuda a falsificar unos registros y ella le asigna a su hijo el nombre de ZACHARIAS, por el personaje que pasaba canciones de jazz en un programa radial. Luego, entabla relación con un pianista, CHET GALLAGHER, con quien decide vivir. La obsesión de Rebeca es lograr que su hijo sea pianista, y lo somete a una disciplina rigurosa, complementada luego con el apoyo de Chet. Al final de la novela, existe un intercambio epistolar con una prima a quien creía muerta.
La novela recrea la lucha de una mujer por lograr un sitio en un nuevo mundo, América, a costa del olvido de su pasado. Su obstinación le permite construir una imagen completamente distinta de la hija del judío alemán inmigrante, y brindarle a su hijo una seguridad que le evite el sufrimiento al que ella y su familia se vieron sometidos. En la historia, los personajes giran alrededor de Rebeca, por lo que sus perfiles no alcanzan la riqueza del de Hazel. Obstinación, constancia, y el miedo permanente: al hombre a quien abandonó, a sus hermanos, de quienes no sabe nada.
Rebeca es una mujer eficiente en sus trabajos y posee una belleza y simpatía que atrae a los hombres. Pero edifica una muralla rígida que impide acercarse a su mundo. Ha aprendido a no llorar, a callar y a esperar. Las relaciones con su hijo son difíciles. Lo protege, le exige, y sueña con verlo convertido en un gran pianista. Ella escucha, oculta, ejecutar a su hijo los ejercicios musicales con los cuales debe lograr pericia. El jazz está ahí, y luego es la música clásica.
La inmigración, como tema, conlleva la búsqueda de una identidad que debe construirse en un escenario nuevo, hostil y a la vez esperanzador: América.
La inmigración, como tema, conlleva la búsqueda de una identidad que debe construirse en un escenario nuevo, hostil y a la vez esperanzador: América.
La narración, en tercera persona, explora la conciencia de Rebeca, la desnuda. Y los ritmos narrativos nos ofrecen estilos variados: el romance, el erotismo, el intercambio epistolar.
LA HIJA DEL SEPULTURERO es una novela plena, rica en matices, con un manejo hermoso de las situaciones, y una capacidad enorme para bucear en el alma de seres sujetos a los vaivenes de la historia.
LA HIJA DEL SEPULTURERO es una novela plena, rica en matices, con un manejo hermoso de las situaciones, y una capacidad enorme para bucear en el alma de seres sujetos a los vaivenes de la historia.
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