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sábado, 18 de octubre de 2025

 


LAS VISITAS

Un asunto que se recuerda de la niñez es el de las visitas. Esas marchas forzadas en las que se tenían que soportar charlas de adultos, sesiones de consejos, regaños y un chocolate espeso. Había que acudir a toda clase de tretas para sacarle el cuerpo a una costumbre pesada. 

A lo largo de la vida, las visitas forman parte del ritual familiar. Las hay, la mayoría, que se realizan por obligación y conveniencia. Son pesadas, aburridas y la mayor recompensa es rebasar la puerta luego de la consabida despedida. Las hay que suceden de manera espontánea. hola, cómo está, siga un ratico, cuyo desenlace es imprevisible. y están las que deseamos hacer y que solo ocurren en raras ocasiones.

De las visitas agradables está esa hecha a una chica que nos gusta, un amigo con el cual compartimos gustos, un amigo mayor que nos seduce con su charla amena y sorprendente. Lo que sucede es que esos encuentros son mejores si suceden en un bar, una cafetería, un restaurante, es decir, un lugar neutral.


He aprendido que pocas veces se recibe con agrado una visita inesperada. y nada mas tormentoso que una visita familiar que no se acaba. Recuerdo que un amigo decía: lo mejor, cuando llega una visita inesperada es decir: "Hola, bienvenido, ¿Cuándo se va? 

hay visitas que son inevitables y se hacen con gusto: a un amigo enfermo, a alguien afectado por alguna circunstancia de la vida. En cambio, nada mas engorroso que una visita de pésame.

¿Qué significa una visita? Es ratificar un orden,  una amistad, cumplir con un requisito, acudir a pedir un favor. En general, una visita forma parte de las prácticas sociales que sellan la existencia  de un mundo en apariencia inmodificable.

Reconozco que he sido poco amigo de las visitas, así que lo expresado aquí es parcial, sesgado, injusto. Prefiero siempre los lugares neutrales, desprendidos del arsenal de requisitos, convenciones y obligaciones propios de las visitas en casa.


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