Satoshi Kitamura es uno de los autores infantiles mas destacados del mundo. Su abundante producción se ha convertido en deleite de los niños, que disfrutan con cada una de sus historias, llenas de ingenio y belleza. En su último libro," La tienda de las sonrisas", un personaje dice:" Las sonrisas no se compran, se comparten". Expresión digna de enmarcar en letras de flores, pues esconde toda una visión de la espontaneidad y la generosidad que representa una sonrisa.
En las historias infantiles, el cascarrabias forma parte del mosaico de personajes; es un ser hosco, poco amigo del prójimo; a veces, ese gruñón esconde virtudes especiales. En la vida real, existen millones de personas para quienes sonreír es un acto absurdo. Nada mas elocuente que un político, cuya verbosidad elimina de tajo el humor, pues intuye que este desvela la pantomima del farsante.
El agelasta es aquel que no ríe. El que jamás entraría a la tienda de Satoshi. El que va por el mundo con una carga de amargura en su alma, el vecino que no responde un saludo, el que no da las gracias, el que prefiere encerrarse en su cuarto antes que compartir un rato con los amigos al calor de las risas que dan aliento y sabor a la vida.
Cuántas veces fuimos sorprendidos por un rostro amable, una sonrisa plena, que nos trasladó por un instante al paraíso y nos permitió asumir con entereza el reto cotidiano. Cuántas veces una simple sonrisa nos libró de la carga del deber sin sustancia. Cuantas veces una sonrisa desbarató la estrategia del patán y abrió el camino para otros comienzos.
Que sea una sonrisa la llave mágica que nos abre las puertas de los encuentros placenteros, de las acciones generosas.
Una sonrisa posee el encanto de desbaratar las prevenciones, los estereotipos.
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