Buscar en este blog

sábado, 20 de julio de 2024

 



LA VERGÜENZA

Cuenta Frédéric Gross lo siguiente:      

  A Rousseau le encuentran una cinta de color rosa y plata ya vieja que habían estado buscando durante mucho tiempo. Rousseau farfulla, balbucea (en efecto, él es el ladrón) y acusa a la joven Marion de habérsela dado. Todo el mundo se sorprende, puesto que la joven siempre había sido buena y leal. Se organiza un careo. El jovencísimo Jean-Jacques mantiene su acusación. Marion llora quedamente y, por supuesto, protesta. Rousseau se mantiene firme, reitera los cargos con una “diabólica audacia”, se atrinchera en la mentira como si su vida dependiera de ello.

Y reflexiona Rosseau: Así, cuando la vi comparecer se me desgarró el corazón, mas la presencia de tanta gente pudo más que mi arrepentimiento. Poco miedo me daba el castigo, solo la vergüenza me causaba espanto, pero la temía más que a la muerte, más que al crimen, más que a todo en el mundo( La vergüenza: ese sentimiento que llevó a Rousseau a aferrarse a una mentira como si le fuera la vida en ello, Frédéric Gross, El País).

A Rousseau y a cualquier ciudadano común y corriente la vergüenza  les causa los mismos temores. Sentirse descubierto y expuesto al juicio implacable de la turba, sentir que la imagen construida con fervor se desploma sin remedio, soportar las ironías y peor aún, las burlas,  consecuencia del desenmascaramiento.

La vergüenza es la pérdida de la máscara, la demostración palpable del carácter dual de los individuos. Se proyecta una imagen, se vive y se goza con lo prohibido hasta que un día, por cualquier circunstancia, se desploma la pared que oculta los secretos guardados con tanto encomio. 


La vergüenza arrastra el castigo de la desnudez ante el público, la exposición sin adornos de un alma culpable. La vergüenza pone en conflicto las pulsiones mas hondas con la norma moral imperante en la sociedad. Preferible la muerte o la huida. 

Sucede a veces que quien es expuesto al escarnio público realiza una maroma ingeniosa y convierte el motivo de burla en orgullo. La estrategia consiste en dotar de ángulos  novedosos hechos que, desde el punto de vista dominante, son censurables. He visto a personajes despreciables alardear de su amor al nazismo y muchos se vanaglorian de ser aporéxicos- odio a los pobres-. Bueno, tengo que decir que presumir por estas cosas no tiene nada de ingenioso ni de noble. Salir del clóset es otra manera de convertir la vergüenza en motivo de orgullo, de reclamo de un derecho fundamental.

La  vergüenza es la otra cara de la norma, la antimoral que se goza en privado y se sufre en público.         


sábado, 13 de julio de 2024


TABLA RASA

 Leo con deleite este pasaje de "Una hora de fervor", la novela de Muriel Barbery:

-He venido aquí a frecuentar cierta forma de arte y de cultura, de la que acaba de colocar una síntesis sobre la mesa.

Miró el jarrón.

-¿Quién es el autor?-

-Keisuke Shibata, un alfarero de Kioto- contestó Haru-, y también un amigo.

-El legado entero de una civilización visto a través del prisma de un solo hombre vivo-murmuró Paul.


No somos tabla rasa. Nacemos con un  legado que comprende la cadena de herencias y experiencias a lo largo del tiempo. Nacemos en un mundo construido y vuelto a construir en una sucesión infinita, cuyas claves son imposibles de develar. Cada intento, esfuerzo y logro comporta una patrimonio  que se extiende a los orígenes de la humanidad.

Respondemos de maneras peculiares ante el miedo, las agresiones. Nos reímos y disfrutamos acudiendo a un legado de tradiciones. Asumimos ciertas posturas ante el fracaso amoroso. Nos relacionamos de formas particulares en el trabajo. Valoramos la vida y la muerte con perspectivas nacidas hace milenios. Entendemos la convivencia de acuerdo con normas establecidas a lo largo del tiempo y nuestras emociones corresponden al tejido elaborado en siglos. 


La mirada particular escarba en los legados propios y ajenos; así se van configurando las diversidades y las diferencias. La educación, la familia y la calle son maestras eficientes en la conformación de nuestras emociones y cosmovisiones. En el fondo, un subsuelo común que nos diferencia de otras tradiciones.

No somos tablas rasas. Somos el resultado de un viaje milenario en este planeta. 

sábado, 6 de julio de 2024





LA BELLEZA

Definir la belleza es tarea difícil cuando se trata de poner en palabras algo que está metido en nuestras sensaciones mas íntimas, en nuestras emociones recónditas. Allí está, indiferente, sin esperar nada del observador. Así que la belleza depende de la manera como nuestro ser clasifica y juzga el paso del mundo, en un balance entre las emociones y la razón. 

 Existe una belleza que nace del interés de convertirla en producto, del cual emanan cremas, afeites, prendas, objetos con los cuales asumimos un lugar en una jerarquía social. Estrategia para nominar una belleza cuyo valor reside en el sello de distinción que otorga a quien la consume. Una marca exclusiva de un producto, un viaje denominado exótico, una tendencia.


 Como seres sociales, poseemos un rango de  elementos comunes que compartimos para la vida en común. De allí se derivan nociones sobre lo feo y lo bello, lo agradable y lo que repugna. Una educación abierta que desde niños nos señala lo propio y lo extraño, lo bueno y lo malo, lo perfecto y lo defectuoso, la ubicación en un escalafón, los gestos y actitudes para movernos en el escenario social.

A partir de allí, se producen las rupturas, los desvíos, las búsquedas que amplían nuestras percepciones sobre la belleza. Algo que no sé explicar  cómo llega, no lo sé, y permanece por siempre. Tal vez fue un comentario suelto, la confesión de un gusto, una pasión, una lectura, algo que observamos sin querer, un relato que nos descubre  las geografías misteriosas del mundo; ha nacido así una estética que se ha nutrido del mercado persa  en el que reinan el caos y la belleza.


Esas desviaciones, en mi caso, me han conducido a un entramado de relaciones, temas, hechos, objetos a los que considero bellos; en particular, la belleza desperdigada en la cotidianidad de la vida social y que se traduce en las explosiones sonoras, visuales, olfativas, gustativas, táctiles que componen un grupo, una comunidad. Dicho de otra manera: la cultura que por carecer de pergaminos se denomina cultura popular. Otro camino es el del arte, tan rico y variado en sus expresiones y que nos permite disfrutar  a Frida khalo, a Botero, A Monet, a Jacanamijoy, a regocijarnos con el cine, el teatro y la música- siempre presente en nuestras vidas-, a sorprendernos con el ingenio y el arte de los artesanos, a maravillarnos ante el recurso infinito de la palabra escrita y hablada, a extasiarnos con un atardecer, con el cauce sereno de una quebrada.

Avanza un bus de transporte intermunicipal por carreteras solitarias y al voltear en un recodo del camino, aparece ella.  La casita a la vera del camino, humilde, con un jardín esplendoroso, lleno de flores y plantas que la hacen digna de un cuadro de Monet. Mas adelante, el monte pleno, lleno de verdor, como si fuera un cuadro de Jacanamijoy. 


La belleza está en nuestras cabezas, se forma con las múltiples interacciones sociales, está en la raíz de la existencia, asume maneras liberadoras y opresivas, cambia con el tiempo, nos causa sensaciones inefables, nos ofrece la posibilidad de creer que es posible un mundo mejor.