QUE CAIGA LA MÁSCARA
En las películas de policías e investigadores, la sorpresa mayúscula la brindan aquellos personajes impolutos, los que menos parecen y en realidad son. Detrás de la imagen transparente del gerente, de la benefactora, se esconde un asesino cruel, una asesina serial. La familia ejemplar arrastra una cadena de maldades y el deportista modelo esconde en el sótano los huesos de algún rival. "la vida, la gente está llena de secretos", nos lo recuerda Irene Vallejo.
Aun sin ser esos criminales de las películas, todos guardamos secretos en lo mas recóndito de nuestro ser. Odios, rabias, envidias, comportamientos considerados fuera de las normas de convivencia son algunos de los secretos que componen la otra parte de nuestra condición humana. Dado que el escenario público demanda una máscara, nos la quitamos en la intimidad. A veces aflora sin permiso y la imagen cimentada con tanto esfuerzo se derrumba sin falta.
Los cineastas, los escritores son cazadores de historias en las que la máscara se cae sin remedio y aparecen en toda su dimensión ángeles llenos de manchas. La falsa división entre buenos y malos se desploma y el sartal de malas intenciones le da un giro inesperado a la historia. Leer novela policiaca, novela negra para ratificar un hecho irrefutable: La maldad y la bondad habitan en la misma guarida.
Sabedores de este aserto, evitamos a toda costa que nuestros secretos se ventilen a la luz pública. La vergüenza se apodera sin remedio de nuestra alma y por millonésima vez las hienas se dan un festín. Sin embargo, algo ha cambiado. De negar y evadir nuestros pecados a asumirlos con la frescura que ofrecen las redes sociales. La timidez, el pudor han sido arrojados al precipicio y la nueva imagen exhibe la desfachatez como nueva forma de representación.
Ha caído la máscara. Empieza la función.