Inolvidables fueron para mí las funciones de las carpateatros, cuando de niño asistía con mi mamá Ana Rosa a las funciones en la plazuela donde hoy funciona la plaza de mercado de Guaduas. Compañías de teatreros viajaban por pueblos y ciudades de Colombia presentando obras como "Genoveva de Brabante", "El mártir del Gólgota" y tantas otras que eran el deleite de las familias. Esas experiencias ayudaron a conformar la imaginación de niños y jóvenes y fortalecieron el gusto por el drama.
Ha sido el teatro una experiencia muy ligada al ámbito educativo. La palabra el gesto,, la actuación, el escenario, los trajes, el silencio, la música se integran para plasmar historias diversas en las que el espectador se identifica y se transporta a universos en los que se desvela el alma humana. Hasta hace algunos años, la dramaturgia constituía un elemento pedagógico de los docentes y un recurso lúdico para explorar y estimular las sensibilidades de niños y jóvenes. Hoy, el teatro, la danza, la música, la escultura, el cine han desaparecido de los planes de estudio y en su lugar se programan periodos con temáticas como diseño en plastilina, tarjetería, origami y otras actividades que son recursos y no contenidos propios de una asignatura tan rica y significativa para la formación de la sensibilidad de niños y jóvenes.
Tanta falta hace el teatro en las aulas escolares. Los títeres son una herramienta formidable en el preescolar y la primaria para contar historias que van desde mitos y leyendas hasta tradiciones populares, que se conectan con la literatura, la música y el dibujo y la pintura; en bachillerato, nada tan placentero y generador de ideas como la puesta en escena de una obra de creación colectiva, un clásico nacional o mundial con los retos de plasmar una escenografía minimalista o barroca, asignar las tonalidades precisas al asombro y al dolor, convertir el silencio en una forma de comunicación y plantear historias que nos cuestionan y nos hacen reflexionar sobre la condición humana.
Pau Alemany cuenta en El País de España la experiencia de The Cross Border Project, una compañía teatral que desarrolla su trabajo en el colegio público República de Chile, de Madrid, por medio de "dinámicas de juego, expresión y ficción".
Sara Torres, doctora en Teatro señala: " (El teatro) es un arma superpotente porque permite un espacio de escucha, de expresión de las propias vivencias y de comprensión del resto, ya que, si no entendemos la situación de cada uno, los rechazamos y los excluimos".
Si queremos una educación de calidad, debemos atribuirle al teatro y al arte en general el valor que le corresponde en los currículos y los planes de estudio de las instituciones educativas.
Me acuerdo que en el año 1988 hice parte de varias obras de teatro de la fundación Romero guzmán, me acuerdo que una de ellas fue una fiesta de animales y yo era el oso, otra fue el gato con botas , entre otras , gracias a usted dago, por inculcar y despertar en ese entonces el amor por el arte de las tablas, el gusto por la literatura, y el apreciar el arte de la pintura, la poesía etc. Hoy se ha perdido todo ese gusto, ya que los niños y los jóvenes tienen una inteligencia artificial,guiada por la tecnología y sumido a gustos tecnológicos que cada vez nos están llevando al exterminio total de la cultura. 😪
ResponderEliminarDe acuerdo...un abrazo
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