"Paulina debía recordarle a Augusto por las mañanas quién era él y que ella era su esposa. Era una tarea de amor para reforzar la memoria". Una rutina que se repite cada día y es el tema del documental "La memoria infinita", dirigido por Maite Alberdi, cuya película "El viejo topo" estuvo nominada al Oscar a mejor película extranjera ( La memoria infinita, El País, Luis Pablo Beauregard). Los protagonistas son Augusto Góngora, periodista y Paulina Urrutia, actriz.
Augusto Góngora, "uno de los personajes del documental, vivió aquellos años de dictadura e intentó algo difícil, informar en tiempos de escasa libertad. El periodista, desde Teleanálisis, un programa televisivo opositor, transmitió por cinco años a su audiencia el pulso real de los chilenos. Lo hizo con micrófono en mano, visitando pueblos y barriadas. Después tuvo una exitosa y larga carrera encabezando programas culturales emitidos en la televisión local".
Arribar a la vejez significa entrar en un universo de pérdidas constantes: El vigor físico, la flexibilidad mental, el gusto por la vida. El escepticismo se cuela sin ser invitado y el mundo se mira con el espejo borroso de la nostalgia. La memoria, esa herramienta sin la cual la existencia no cuaja, elabora el sinfín de campos semánticos y emocionales que dotan de sentido el pensamiento. Un día, se comienza por olvidar un nombre, una rutina y para algunos se derrumba el castillo en el que habitan los sueños humanos. El mundo grabado en la memoria se desvanece y todo aquello que causó calor, emoción desparece como si se tratara de un encantamiento.
Como si la vejez significara un proceso de borrado hasta dejar la hoja en blanco.