En el pequeño espacio de su casa rodeada de jardines, una mujer, Emily Dickinson, fue capaz de elaborar la poesía mas sensible y bella de la literatura norteamericana. Nunca viajó al exterior, fueron muy pocos sus recorridos a lugares cercanos y su relación con otras personas se reducía a su familia y a unos pocos amigos. Sus poemas establecen un nexo entre el universo y las emociones, transitan por lo divino y lo humano y escarban hondo en las preguntas esenciales. Ella recreó la belleza del mundo con su libreta bordada, sus trazos ligeros y la mirada que penetra mas allá de lo evidente. Ella recreó la belleza del mundo.
Cuando la divisé, ¡tan tímida!/ tan linda, tan avergonzada/ ¡Tan escondida entre sus hojas/ porque nadie la hallara!
¡tan sin aliento hasta que junto a ella/pasé! Tan indefensa cuando/me volví y la arranqué- luchaba, enrojecía/De su simple querencia!
Por quién le robé al huerto,/por quién traicioné al valle,/muchos sin duda preguntarán./ Pero yo nunca contaré.
Tenía la manía de armar sus libros tejidos. y ella misma los ilustraba, allá en su casa refugio. ¿Cómo logró dotar su poesía de la trascendencia y lo cósmico?
Para ser reverentes ante los simples días/que nos traen las estaciones,/ es suficiente recordar que pueden/restar- de ti, de mí- la nadería /que se llama mortalidad.
Escribe Aitana palomar en National Geographic: "Su obra denota una extraordinaria capacidad para observar el mundo a su alrededor, desde el sutil zumbido de una abeja hasta el carácter inapelable de la muerte".
Algunos guardan el domingo yendo/ a las iglesias. Yo lo guardo en casa,/ con un gorrión como corista/ y un huerto como cúpula.
Ellos se visten de sobrepellíz,/ yo con mis alas. Y en lugar de reiques/ de campana que llamen a los templos,/ nuestro pequeño sacristán gorjea.
Y Dios- notable clérigo- predica/ y su sermón no es largo./ Así, en vez de ir al cielo cuando muera/ voy desde ahora al cielo.
Camino por las montañas imponentes de Guaduas, el sol primoroso, los bosques perfumados. Me detengo y me parece observar una figura, vestida de blanco, acariciando unas flores. Es ella. Me sonríe y luego desaparece.
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