El planeta tierra semeja una gigantesca telaraña de vías que unen lugares y culturas: "Las carreteras modernas conectan el mundo que hemos creado. Se calcula que hay mas de cincuenta millones de kilómetros de vías por todo el mundo, al menos una tercera parte de las cuales está pavimentada"(Huellas, David Farrier).
No se concibe el paisaje moderno sin las cintas de asfalto, tierra y gravilla. Desde niños aprendemos a interpretar nuestros desplazamientos en función de los caminos y nuestro continuo peregrinar tiene sentido en la medida en que existen y se crean nuevas vías. El automóvil es el medio que nos otorga la sensación de libertad. "Las carreteras nos acompañan durante una gran parte de nuestras vidas-¿cuánto tiempo pasa cualquiera de nosotros alejado mas de cien metros de una carretera o fuera del alcance de sus voces susurrantes?- y , sin embargo, de alguna manera nos hemos habituado a no ser conscientes de su presencia(Farrier).
Un aspecto fundamental de las carreteras tiene que ver con las transformaciones que suceden en la parte geográfica y social: el trazado de las vías altera las condiciones de los terrenos, la pérdida de fuentes de agua, el asentamiento de comunidades al servicio del transporte, el aumento de las basuras, la oferta ilimitada de A planes urbanísticos, mayores índices de delincuencia y nuevas funciones económicas en zonas rurales.
Las carreteras simbolizan la formidable inventiva humana para crear sistemas de vida que facilitan la comunicación, el intercambio y el bienestar de las sociedades. El costo total nos ofrece un panorama difícil que pone en cuestión la supervivencia de la especie. Cada nueva autopista, cada comunidad transformada por el paso de una vía nueva, el consumo elevado de materias primas, la basura que se acumula, la contaminación que destruye los ecosistemas, la destrucción de ambientes naturales indispensables para el equilibrio del ambiente nos muestran las contradicciones de lo que denominamos progreso.
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