EDUCACIÓN Y TRABAJO
Se habla de la minería como el nuevo Rey Midas que pondrá a Colombia en el vértice de una transformación social y económica nunca antes vista. Por otra parte, se reacciona desde diversos sectores con preocupación por los devastadores efectos de una práctica que arrasa los recursos naturales y pone en riesgo la vida de las comunidades donde se realizarán las explotaciones.
En los planteles educativos se debate el tema de la formación de los estudiantes y sale a relucir la cuestión de la educación para el trabajo. La discusión es similar: aquellos que consideran que la obligación de las instituciones educativas con jóvenes provenientes de estratos 1 y 2 consiste en ofrecer una formación técnica y tecnológica que les permita acceder al mundo laboral. Y los que creen que el énfasis debe ponerse en una formación humanística, en la que predominen valores relacionados con el arte y la convivencia social.
¿Quién tiene la razón? Desde hace algunos años para acá, las disciplinas llamadas humanísticas han perdido terreno ante el avance de políticas promovidas por el estado para estimular la generación de inciativas de carácter empresarial. Existe un decreto que exige la enseñanza del emprendimiento desde el preescolar hasta grado undécimo y el SENA ha ido ganando importancia en el bachillerato, con el ofrecimiento de formación técnica y tecnológica desde el grado noveno.
Por otra parte, es abrumador el bajo nivel académico e intelectual de los estudiantes de los estratos más bajos, quienes se educan en planteles estatales. Ante la evidencia de los bajos resultados en pruebas del estado, muchos rectores han optado por darle mayor importancia a los convenios con el SENA. Se piensa que de esta manera los estudiantes estarán en mejores condiciones de acceder al mercado laboral.
La escuela, como institución, juega un papel importante en la formación de niños y jóvenes. En Colombia, es en ese espacio donde los estudiantes entran en contacto con un mundo distinto del de sus ambientes familiares y sociales. La filosofía y la ciencia, los idiomas, el arte y las ciencias sociales aportan miradas, criterios y valores con respecto a la vida en sociedad. Este aserto tiene gran validez en especial en los sectores más pobres del país, y si bien es cierto que los chicos reciben una educación para pobres , también es cierto que buena parte de sus percepciones, visiones del mundo, actitudes nacen de su encuentro con la escuela.
Creo que no existe una contradicción entre querer brindar capacitación técnica y formación para el trabajo a los estudiantes y propender por una formación humanística, afincada en valores básicos que tienen que ver con aspectos centrales de sus vidas:el cuidado del medio ambiente, el tipo de sociedad que se desea, la formación personal, el cuidado del cuerpo, la adaptabilidad a los cambios culturales.Tal vez el dilema lo sufren las instituciones educativas, que reflexionan poco o nada sobre el papel de educar en los tiempos actuales.
A veces miro los documentales que pasan en la televisión las cadenas Animal Planet, Natgeo y Discovery. Recuerdo un programa en el que mostraban a las hienas en algún rincón de África. Con sus fauces abiertas, babeando espuma, rodean a su presa. Con precisión asesina, hienden sus dientes en la piel de un león que al final, cae derrotado por la gavilla implacable. Así imagino a los empresarios que hablan de la locomotora de la minería. Listos a morder la tajada que representa la explotación de los minerales en regiones caracterizadas por su riqueza ambiental. La educación puede jugar un papel importante en el desarrollo de propuestas de fundamentación de valores orientados a la defensa de los recursos naturales, los derechos laborales y el desarrollo económico no depredador, sin negar a los chicos la oportunidad de capacitarse para la vida y el trabajo.
(Estos balbuceos nacieron de una reunión de la Junta de Educación Municipal, donde se discutió este asunto)