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lunes, 29 de noviembre de 2010



El ETERNO WESTERN


Antes de entrar, se acomoda el sombrero. Toca las cachas de los revólveres sujetos por fundas de plástico. La chaqueta, abierta, para que no incomode a la hora de desenfundar las armas. La oscuridad es cómplice. Se acerca al mostrador y ordena: dos pesos de pan. En ese momento, llega la luz y los parroquianos, deshechos de la risa, miran al niño disfrazado de pistolero. Sólo tiene seis años. Avergonzado, echa a correr calle arriba y la carrera termina cuando llega a su casa.

El niño de marras es un ferviente cineísta del teatro Orión. Cada domingo, a las 11 de la mañana, asiste a la función matinal: Roy Rogers, Hopalong Cassidy, Wyatt Earp, Gene Autry. Y los mexicanos: Durango Kid, el aguila Negra y otros, versiones manitas de los pistoleros al norte del Río Grande o Bravo. De ellos ha aprendido la ética del pistolero, la suficiencia que otorga la rapidez para desenfundar la Colt 45, el gusto por la soledad de las praderas, el amor por el caballo, la inevitabilidad de las riñas en el saloon, la vida que se juega a cada instante, el riesgo de la horca, la cárcel.

Entre semana, la lectura de los libros de vaqueros, cuyo escritor de culto se llama Marcial Lafuente Estefanía. El niño lee a la perfección. Ha aprendido incluso a matizar el tono de la voz: Fuerte, enérgica cuando se trata de encarar a los bravucones; honda, suave, para el caballo. Y a la hora del recreo, los duelos en las lomas de la escuela.

Igual que aquel niño, muchos otros se deslumbraron ante la avanzada que despojó a los nativos de sus tierras, subordinó la naturaleza e impuso la marca de la civilización, la que se abría paso a punta de winchesteres y vías de ferrocarril. Hollywood convirtió la historia de un despojo en gesta exultante de la civilización estadounidense. Las diligencias, los jugadores, los ranchos, el saloon, la cárcel, el establo, el ganado, el banco, los sombreros Stentson, las prostitutas, los duelos, los árboles donde se colgaba a los perdedores, el predicador, los indios desalmados. Y el todopoderoso revólver, salvoconducto infalible para desbrozar las breñas ásperas de la resistencia indígena e imponer el individualismo de los capitanes del progreso.

Leo en el New York Times del viernes 26 de noviembre que la Asociación Nacional del Rifle bloqueó el intento de imponer restricciones a la venta de armas y explosivos a terroristas incluidos en una lista del FBI. De igual manera, saboteó la promulgación de una ley para imponer restricciones a la venta y uso de armas. Y logró tumbar la propuesta del presidente Obama para nombrar a Andrew Traver como director de la Oficina de Alcohol, Tabaco, armas y Explosivos, argumentando que Traver estaba comprometido con los partidarios del control de armas en las calles.No contenta con esto, ha demandado al estado de Texas para que se permita a jóvenes entre 18 y 20 años comprar pistolas y revólveres y portarlos de manera no visible en lugares públicos.

Aunque el western como género ha perdido vigencia en Hollywood, la figura del pistolero está vivita y coleando en Estados Unidos. Las armas son el garante de la libertad individual, y la seguridad colectiva depende de los arsenales que se guardan en los hogares. Los "coyotes "que persiguen a los ilegales mexicanos encarnan el sueño contemporaneo de una sociedad que guarda como su tesoro más representativo la existencia de armas que más temprano que tarde harán de Estados Unidos una trinchera gigantesca.

Debo decir que en Estados Unidos muchas personas y organizaciones sociales y políticas rechazan de manera beligerante y organizada la locura liderada por sectores del partido republicano y la ANR. Reivindicaciones sociales y políticas en favor de las minorías han sido ejemplo para el mundo. No en vano son losEstados Unidos la sociedad más dinámica y creativa del planeta.

El teatro Orión desapareció como muchas otras salas de cine en Colombia. Los niños de entonces son hoy adultos que se sorprenden ante los nuevos íconos juveniles producidos en Hollywood. y ante la avalancha de formas sofisticadas en que se recrea la violencia gratuita, añora uno el coraje y la transparencia de los duelos hombre a hombre en esa calles largas y polvorientas de los pueblos del oeste.







lunes, 22 de noviembre de 2010



RAÍCES Y CIELOS

César Antonio Molina Escribió:" El viaje fue quizás una de las primeras manifestaciones o consecuencias de la pérdida del paraíso". Eterno tránsito el del ser humano, abocado a explorar lugares dónde asentarse, dónde echar raíces. Se viaja de manera constante, y cada desplazamiento construye caminos, reelabora senderos y moldea los espacios físicos a imagen y semejanza de aquellos que buscan un sitio definitivo para sus vidas.

A medida que las sociedades se tornan más complejas por el desarrollo urbano, se tiende a cambiar de lugar con más frecuencia. Un norteamericano se muda en promedio seis veces a lo largo de su vida .Y las crisis económicas generadas por el capitalismo determinan procesos de desplazamiento generalizados, recomponiendo los mapas culturales y sociales del mundo.

La mayoría de las veces, los desplazamientos son forzados. Sea por la ambición de terratenientes, narcotraficantes, grupos delincuenciales armados, multinacionales y el estado mismo, se fuerza a poblaciones enteras a moverse para salvar sus vidas. Un modelo económico bárbaro, que vende la idea de patria y nacionalismo y ofrece a cambio el desarraigo. El tránsito de personas por el mundo se ha convertido en el nuevo signo contemporáneo y las formas de esclavitud se renuevan al vaivén de dinámicas de producción que desconocen los derechos elementales de las personas.

Existe una forma de desplazamiento que obedece a políticas imperiales: el desplazamiento de tropas a otros países y regiones. El cine, la música y la literatura han registrado la compleja trama de soldados desarraigados de sus paìses en aras de defender valores, principios y modelos que sólo benefician a sus promotores. El periodismo es fuente abundante de crónicas y reportajes sobre la tragedia cotidiana de seres mutilados, traumatizados por la presencia constante de la muerte, en un escenario violento en el que la tecnología y los recursos materiales y humanos se ponen al servicio de los intereses económicos e ideológicos.

Existen otros desplazamientos motivados por razones íntimas, personales. León Tolstoy decidió alejarse de su hogar al final de sus días en busca de la soledad. Tomó un tren de tercera, y al ser descubierto por un pasajero, convirtió su periplo en agonía mediática: desde los periodistas que hallaron en este hecho la comidilla del día, hasta la policía que quería impedir el desplazamiento del autor de Guerra y Paz. No son pocas las personas que viajan a lugares remotos en busca de la paz interior: La India, Nepal, Japón son referentes rutilantes a la hora de escoger esta clase de destinos.

"Jugué mi corazón al azar y me lo ganó la violencia" dice Arturo Cova al comienzo de la Vorágine, obra ejemplar sobre el tránsito y el destino de los seres humanos. José Arcadio Buendía exploró con tenacidad un camino para poner a Macondo en contacto con el mundo. Roberto Burgos Cantor plasma en LA CEIBA DE LA MEMORIA la epopeya dolorosa de los esclavos africanos, su asentamiento en Cartagena y su proceso de asimilación a las nuevas condiciones. Numerosos relatos de ficción y de no ficción han cronicado la búsqueda de nuevos lugares, el afán de explorar mundos desconocidos. Y como este campo parece agotado- nos queda el fondo del océano y el espacio exterior-, los destinos se han dirigido hacia la intimidad.

" Nacer en todos los lugares es por supuesto imposible, pero renacer en cualquier parte depende de nosotros mismos", escribió Evtushenko, el poeta ruso. Cada desplazamiento arranca las raíces que se han aferrado al suelo, y que en ocasiones impiden caminar. El cielo abierto nos invita a contemplar con nuevos ojos las geografías siempre cambiantes del devenir de las sociedades, sin ser capaces de evitar mirar, como la mujer de Lot, hacia atrás. Ernesto Sábato lo dijo de manera bella:

Cuántos de esos inmigrantes seguirían viendo sus montañas y sus ríos, separados por la pena y por los años, desde esta inmensa factoría caótica, esta ciudad levantada sobre el puerto y ahora convertida en un desierto de amontonadas soledades.

Por último, el viaje sentimental. Esa experiencia del desamor, que produce textos desgarrados como el que escuché en la voz de Adriana Varela:

De noche cuando me acuesto
no puedo cerrar la puerta
porque dejándola abierta
me hago la ilusión que volvés



jueves, 18 de noviembre de 2010





CELEDONIA

Nadie sabe cómo fue capaz de llevar a cuestas a su hijo enfermo, desde Guaduas hasta el hospital de Honda. Treinta y seis kilómetros por elCamino Real. Se sube por una loma empinada y luego se desciende hasta encontrarse con el río Magdalena. Luego, el regreso. Más de 20 kilómetros de ascenso, con un clima abrasador. ¿Cómo logró aguantar estas jornadas extenuantes, con su hijo ora sobre sus hombros, ora a sus espaldas, ora en sus brazos? Seguramente se detuvo muchas veces, sin fuerzas. La fiebre de su niño fue el aliciente para levantarse nuevamente y emprender la marcha por trochas inhóspitas.

Jamás la oí quejarse. Cocinar, alimentar a sus hijos, hacer coronas para los muertos, barrer, trapear, cargar la ropa propia y ajena hasta el río, lavarla, volverla a cargar para luego plancharla-con esas planchas de hierro que se calentaban con carbón-. Y cuando alguien enfermaba, la elección acertada de la planta, el zumo, el rezo. Algunas noches, cuando alguien le regalaba un paquete de dulces, se metía en su cama a devorar con deleite los caramelos. Siempre me pregunté si para ella los días eran del mismo color, si en su corazón había fracturas ocasionadas por un destino tan injusto con el género femenino.

Le encantaba que le leyera el periódico: crónicas de accidentes de carros, muertes de bandoleros, asaltos bancarios, crónicas domésticas. En la cocina, mientras metía los palos al fogón y disponía de las cosas para el almuerzo, yo "decodificaba" las historias narradas en una época tan patriarcal y excluyente. Ese universo de humo era su reino. Allí nos congregábamos todos, al calor de la lumbre.

No había reproches para nadie. Ni para su marido, que la había abandonado a medias por otra. Ni para las pilatunas de sus hijos. Ni para la vida. Cada noche, en su cama, el rosario. Las pepas de la camándula se desgranaban en sus manos al calor de las oraciones a la Virgen del Carmen, San Judas Tadeo y otros. Y luego, el cepillo que se deslizaba por su larga, lisa y negra cabellera. De indígena. Era su ritual íntimo. Diez, quince minutos.

Nos enseñó que el amor era silencioso. Cosa de obras para servir a los demás. Cuando murió, tenía en un viejo baúl las telas-cortes, se decía-para posibles vestidos que nunca se hizo. Y una que otra joya que se quedó esperando ser exhibida.

Pasó por la vida sin reproches, con una disposición para servir a los demás, sin esperar nada, sabedora de la felicidad que causaba en los que la rodeaban, sutil artesana familiar que nos moldeó con manos amorosas.

Tal vez en el cielo converse con Gregorio Hernández-el médico venezolano venerado en la América Hispana- mientras mete en el fogón los leños y prepara una cena abundante para ángeles y almas liberadas de las angustias terrenales.







miércoles, 17 de noviembre de 2010



LECTURA Y FORMATOS

Hace una década solía leer con mis estudiantes obras literarias de diversos estilos y épocas. Las clases fluían sin ningún obstáculo y al finalizar el año lectivo, los chicos habían leído cuatro-y en ocasiones hasta seis libros-. Recuerdo el impacto que causó la lectura de El Extranjero, de Camus. Debatimos con fervor la vida del personaje, se formaron dos grupos antagónicos y se nos fue un buen tiempo en la polémica. Igual sucedía con Kafka: La Metamorfosis generaba una rara curiosidad entre los estudiantes y las conversaciones nos acercaban a temas y situaciones del diario vivir.

Hoy, comparto las quejas de mis colegas acerca de la apatía reinante entre los estudiantes por la lectura. Y no es que se haya dejado de buscar otras maneras de incitar el gusto por la lectura. Lectura libre en espacios diferentes al salón de clase, lectura de revistas juveniles, comics, periódicos. y la respuesta, igual: un rechazo generalizado a los textos en el contexto escolar.

No ha sido la lectura una actividad masiva. Aún en épocas pretéritas, los libros eran objetos de interés de minorías, con una valoración diferente. Hoy el libro ha perdido la hegemonía como formato de lectura y nuevas propuestas ganan terreno entre los jóvenes. El celular se ha erigido como un formato de lectura y escritura intensivo y las redes sociales convocan a millones de personas en el mundo.

Pienso en la literatura. ¿Se leerá en el futuro? Tan difícil saberlo. Por ahora, leo que en Los Estados Unidos se han vendido varios millones de Ipads y Kindles. Y muy seguramente nuevas propuestas tecnológicas establecerán nuevos rumbos en las maneras de leer y escribir, al igual que las sensibilidades mutarán al vaivén de las tendencias del consumo.

Lo único que sin duda permanecerá es el incansable afán humano por saber y conocer en todos los ámbitos, por embriagarse con todas las obsesiones posibles. Y la lectura, una de las maneras de lograrlo. Imagino una cofradía visible, minoritaria, unida por el amor a la literatura, intentando aprehender la compleja trama de la vida, el enrevesado destino de los hombres en las páginas de historias que se dicen de ficción.












lunes, 8 de noviembre de 2010





LAS CASAS


A las 6 a.m. colgaba en el totumo su radio de pilas-el transistor-. A esa hora, iniciaba el ritual de todos los días: con una barbera filosa procedía a arrasar su barba espesa, cuidando de no tocar el bigote al cual atribuía su éxito con las mujeres. Terminado el oficio, descolgaba el radio y se entraba a su pieza, para comenzar otro ritual, tan importante como aquel otro:vestirse con su ropa almidonada. Frente a un espejo pequeño, colgado de una puntilla, Miguel se miraba vanidoso. Luego a la calle, donde está el movimiento.

Siempre miré con interés su casa. Los pisos de tierra apisonada- que luego cambió por pisos de cemento-, las paredes de bahareque,el cuadro del Sagrado Corazón de Jesús, uno con tema egipcio, otro el de la pareja de opuestos: el ahorrador y el despilfarrador, el que no supo ahorrar. Sobre una mesa vieja, el infaltable Almanaque Bristol, dos sillas de cuero, raídas y una de ellas sostenidas sus patas con alambre. Las piezas oscuras - una para él, otra para su mamá. En cada una, una cama sencilla. en la de ella, un armario. y al fondo, el patio. Lleno de árboles, flores y matas, con pájaros y mariposas, el infaltable runcho enamorado de las gallinas, los perros sin marca conocida.

Casas como éstas existen en muchos lugares de Colombia, amenazadas por el crecimiento urbanístico y una tendencia a aprovechar los espacios. Nociones como solar y patio comenzaron a formar parte del baúl de los recuerdos . Siempre recuerdo con cariño los palos de mango que arropan las tardes calurosas de muchos lugares perdidos en la geografía de nuestro país. Puerto Bogotá, para citar un caso, es ejemplo de urbanísticas donde es posible encontrar todavía viviendas humildes con patios enormes, llenos de tamarindos, mangos, plantas medicinales como la yerbabuena, la ruda, el limoncillo; y flores hermosas- amenazadas por un río implacable que eroda y se lleva sin remedio las viviendas construidas cerca de sus orillas-.

El crecimiento de la población ha modificado estos estilos de vida, tan paradójicamente ricos a pesar de la pobreza. Las áreas de las viviendas disminuyen y 40 m2 constituyen un espacio normal donde se vive a expensas de cierta libertad de movimientos. y la uniformidad de los modelos de casas hace de barrios y pueblos monumentos al cemento y a la estética del cajón. Adiós gatos que transitaban por tejados calientes. Adiós aleros protectores de la lluvia para los viandantes.

Pobreza y avaricia de constructores y planeadores urbanos hacen la llave perfecta para el diseño de las ciudades. Se construye para los sectores ricos, aquellos que pueden pagar sumas exorbitantes por viviendas lujosas, diseñadas en países del primer mundo, copiadas a la perfección en el nuestro. Para el resto, diseños miserablistas. Y las fronteras invisibles determinan el estatus de los habitantes: sur, norte.

Las viviendas constituyen una oportunidad de todos los días para romper la melopea de las obligaciones. Al llegar a sus casas , las personas se transforman, cada uno es dueño de su mundo y el tránsito pesado de las obligaciones da paso al sendero de los sueños. Sea en la pieza donde se amontonan todas las funciones de una casa, sea en un lujosos apartamento, las viviendas son escenarios donde asumimos aquellos papeles que están vedados en el espacio público.

Julio Cortázar mostró otra faceta . En su relato CASA TOMADA, la frágil tranquilidad de los habitantes del lugar es invadida por la presencia de fuerzas extrañas que poco a poco se apoderan de la vivienda. Es cierto. En ese fortín -en apariencia herméticamente cerrado -de la vida privada, los demonios de la cotidianidad invaden el mundo apacible de los hogares. Riñas, gritos, agresiones son corolario de los encuentros. Y como lo expresé en otro blog, la aparente autonomía de los hogares se desploma ante la presencia de los espacios virtuales.

En fin, creo que es hora de guardarme y dejar que la imaginación de mis amigos discurra sobre estas ideas simplonas.