Buscar en este blog

viernes, 8 de octubre de 2010



LUGARES Y PODER



El piso, de tierra apisonada. La paredes de bahareque, descascaradas y el techo, de palmicha. En la cocina, el humo que se esparce por toda la casa. Dos mujeres mayores preparan la comida. Sopa de colí, arroz, papas saladas y aguapanela. Cada día, en ese escenario en el cual ellas son las reinas, se suceden con monotonía los acontecimientos cotidianos. Allí se comentan los últimos chismes del cotarro municipal, se educa a los niños con caricias y pellizcos, y por momentos se vive la comunión que genera la comida. Cuántas veces me senté de niño, en el poyo de esa cocina a conversar con Ana Rosa y Celedonia, mientras esperaba con deleite el plato sencillo que ellas preparaban con tanto amor.

El Telegraph Expat publicó una serie de fotografías en las que se mostraban los espacios donde había transcurrido la vida de mujeres inglesas a lo largo de la historia, y de la relación entre los espacios y el proceso de independencia que ellas fueron ganando: clases de cocina, tejido y bordado, barracas, fábricas, salones de costura, espacios públicos para exigir mejores condiciones laborales. Recuerdo a propósito que un amigo sociólogo me esxplicaba que la fama de mujeres licenciosas que se habían ganado las pereiranas obedecía a la circunstancia de que fueron ellas de las primeras en ingresar al mundo laboral textil, razón por la cual fueron tildadas con epítetos propios de una moral católica que consideraba que el único lugar apropiado para la mujer era la casa, el hogar.

No recuerdo quién dijo que la casa es un caracol, y cada recorrido que realizamos en nuestras vidas está ligado a los espacios que hemos habitado. Podría, como lo hicieron los periodistas del Telegraph Expat, intentarse una historia de las personas a partir de los lugares donde han transcurrido sus vidas. Hace poco se reunieron en Guaduas los bachilleres del colegio Samper, de 1960 a 1966 y entre ellos, sólo dos mujeres. La integración de hombres y mujeres en los espacios escolares fue un proceso que comenzó a tomar forma a comienzos de los años setenta del siglo pasado, por lo que hasta esa época la división por sexos en la escuela correspondía a una ideología de marcado contenido católico. Por ejemplo, en el colegio de Las Hermanas de la Presentación sólo estudiaban mujeres, siempre y cuando fueran hijas de parejas casadas por lo católico(¿dónde estudiaban las "hijas naturales"?).

Existen espacios que se resisten a aceptar la presencia masiva de mujeres: los cafés en su acepción inicial(un poco) ,las canchas de tejo(no tanto), las cantinas . El Café Real, en Guaduas, ha sido a lo largo de 70 años un reducto masculino donde se juegan cartas, ajedrez y billar y ha visto pasar numerosas generaciones de hombres, que consideran este sitio un lugar a prueba de mujeres. Excepto una que irreverente se acomoda y juega rumis o poker y posee igual estatus que los varones.

Todavía es posible encontrar en Bogotá "residencias para señoritas", regentadas por monjas, con horarios rígidos y vigilancia y control severos. Imagino las artimañas desplegadas por estas señoritas posmodernas para infringir las normas rígidas que atentan contra su libertad. Y al igual que Jomeini desde París atizando el fuego de la rebelión en su Irán con el concurso de la tecnologías capitalistas, las madres acuden al celular para controlar a estas pobres niñitas indefensas en la ciudad del pecado.!O tempora, o mores!

Tal vez un rasgo demostrativo del ascenso femenino sea la transformación de los sitios: de cantinas a bares donde impera el perfume femenino, de casas de citas a bares de strippers, de moteles recónditos a bares swinging o gays. Los Cafés con Piernas son una actualización del café para hombres, por el que se pasean sin pudor las mujeres que disfrutan de esta picaresca ingenua. Recuerdo haber leído que en Teherán existen numerosos almacenes de ropa interior femenina, la que muy seguramente se exhibe en la intimidad de las alcobas, donde las mujeres se despojan del rigor y la pesadez de tantos trapos, al calor del deseo.

!Cómo nos golpea con una sensación de tiempos idos aquella casa de las bellas duermientes de Kawabata! La contención y el deseo, agarrados de la mano, temblorosos ante la belleza narcotizada de las jovencitas. Placer solitario, exclusivo, tan distinto de las discotecas, donde el desenfreno es ritual exhibicionista.

Las casas como las que menciono al comienzo han dado paso a refugios virtuales donde la televisión y el computador determinan la apropiación de los espacios. Se vive cotidianamente en conexión y la interacción física ha perdido valor frente a la comunicación vía celular e internet, con la irrupción de las denominadas redes sociales, en las que el reconocimiento constituye una de las nuevas formas de la identidad. En el limitado espacio de una habitación se abre un universo en el que se despiegan mundos nunca antes imaginados. Allí, la mujer juega de tú a tú con los hombres y redefine los espacios domésticos. Y las nuevas cartografías del poder reconocen a la mujer como aquella que logró la más importante revolución en el siglo XX, al derribar tabúes masculinos y lograr su pleno reconocimiento como sujeto social, económico y cultural, a pesar de tanta resistencia por parte de los poderes establecidos.



















1 comentario:

  1. Otro espacio que ha sido colonizado por las mujeres en los últimos años han sido las universidades, en donde anteriormente la población, tanto de profesores como de estudiantes, era eminentemente masculina. Hoy en día, por el contrario los salones y pasillos de las universidades están ocupados por mujeres que, de acuerdo con las estadísticas, tienen mayor probabilidad de terminar sus estudios pues la deserción estudiantil es mayor entre los hombres.

    ResponderEliminar