(El título lo tomé de Séptimo Arte, columna de Juan Carlos González en El Tiempo)
Se viaja siempre con diversos propósitos: como una búsqueda interior o por el afán de visitar nuevos lugares, desplazarse a sitios en busca de mejores condiciones de vida o escapar de la rutina y los miedos. La vida como tránsito, el eterno peregrinar por lugares en donde procuramos echar raíces, asentarnos y adaptarnos a los ritmos y los tiempos de culturas nuevas. La vida se parece así a un mapa con los puntos de llegada y salida, las líneas que trazan los recorridos, las convenciones de montañas y valles, desiertos, selvas y ciudades, los colores del amor y el desamor, los logros y los fracasos.
En el discurrir por los lugares, fijamos las coordenadas afectivas, las carreteras emotivas, el tapete de los recuerdos y anhelos. Vislumbramos entonces la imagen de esa jovencita, vecina y amiga de juegos que una tarde nos descubrió el sabor tentador de un beso.
A medida que avanzan los años, recomponemos nuestro inventario afectivo. Unos permanecen; otros, desaparecen. Las distancias afectivas se estiran y encogen por las circunstancias imprevisibles del tiempo. Sus medidas distan de parecerse a las distancias geográficas y nos complacemos con la cercanía de alguien que vive muy lejos. La memoria reclama para algunos el sitial mas cercano de nuestros afectos. Para otros, la imagen borrosa.
Tarde en la noche la mujer rememora con intensidad aquella ocasión en que por primera vez se desnudó para aquel que un día decidió marcharse sin decir adiós.
Tarde en la noche la mujer rememora con intensidad aquella ocasión en que por primera vez se desnudó para aquel que un día decidió marcharse sin decir adiós.
De noche cuando me acuesto
no puedo cerrar la puerta
prque dejándola abierta
me imagino que volvés.
(Adriana Varela)
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ResponderEliminarLos viajes, esos para construir puentes reales e imaginarios, para alcanzar aquello que la mano o los ojos no pueden tocar ni ver, verdaderamente Dago esos puentes permiten enriquecer nuestra propia existencia, conocer, aceptar y valorar la diferencia y sobre todo, por lejos, saber que no estás solo. Grande Dagoito, escribes directo al alma.
ResponderEliminarGracias, Pato.
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